Shavuot por varias de sus características bien podría ser el arquetipo del judaísmo rabínico. Hoy en día, en las comunidades judías de todo el mundo, Shavuot es una de las celebraciones que, lamentablemente, ha perdido más importancia. Pero Shavuot encierra un mensaje que representa el centro de la vida judía. Shavuot nos da la oportunidad de reafirmar nuestra identidad y de volver a nuestro origen, a lo que nos dio vida y forjó la realidad judía desde hace miles de años. Shavuot nos permite re-encontrarnos con la Tora.
Re-encontrémonos con la fuente. En la Tora Jag Hashavuot, la fiesta de las semanas, no tiene una entidad propia y esta íntimamente relacionada con Pesaj. Como vemos en el libro de Vaikra (Cap. 23) Shavuot representa la finalización de Pesaj. En su origen esta festividad tenía un sentido meramente agrícola sin las connotaciones que hoy tiene. Shavuot era el tiempo de la recolección de los Bikurim, de las primeras primicias que brotaban de la tierra. En una lectura más profunda vemos que la interdependencia de ambas festividades no es tan solo en su base agrícola o material. Pesaj es la fiesta de la libertad mientras que Shavuot es la fiesta de la Ley. Aquí vemos el mensaje que los días de Sefirat Haomer (los que se encuentran en el medio de ambas celebraciones) representan. La conexión y la preparación del camino entre la libertad y la ley; no hay libertad sin ley y no hay adopción de la ley sin libertad.
Re-vivamos el momento, al momento preciso de la revelación. Nuestro maestro Abraham Ioshua Heschel decía que no se podía estar seguro de que paso en aquel momento, pero de que algo paso podemos estar seguros. De cómo un pequeño número de esclavos tuvo un encuentro con lo Divino y así cambio su destino y la historia universal. La Tora (Shemot 19:18) relata el evento como algo sublime, con fuego, humo y el sonido del shofar que estremecía la inmensidad del desierto. Era el encuentro del hombre con lo Eterno de la existencia. Era el encuentro del hombre con la creación y con su futura redención. La Tora nos relata, desde su sensibilidad, como pudo haber sido ese encuentro con lo Trascendente.
Re-construyamos el hecho. Zman matan Torateinu, el tiempo de la entrega de nuestra Tora. La palabra “Tora” la podemos traducir por Ley o por enseñanza, las dos son ciertas y ambas validad en diferentes situaciones. En la guemara se discute que fue lo que nos fue entregado en el Har Sinai, hay quienes dicen una letra, hay quienes dicen los Aseret Hadivrot (los diez mandamientos), y hay quienes dicen la Tora entera. Las respuestas en nuestra tradición no son concluyentes, sino que invitan a nuevas preguntas y nuevas respuestas. Pero hay algo de lo que no podemos dudar. La Tora es, fue, y será el centro de la vida judía. Lo fue para Moshe y el pueblo en el desierto, lo fue para David y el Reino de Israel, tambien para Rabi Akiva, lo fue para el Rambam, lo fue para Mendelshon y lo es para nosotros. No importa en qué tendencia del judaísmo nos encontremos, ortodoxos, conservadores, reformistas, humanistas, todos volvemos a la Tora. La Tora es y debe ser el centro de la existencia judía.
Re-interpretemos el mensaje. Adin Steinsaltz uno de los grandes talmudistas del siglo XX enseñó, retomando algunas nociones de la kabala, que la entrega de la Tora es un acto desde arriba hacia abajo, mientras que el recibir la Tora es un acto de abajo hacia arriba. La entrega de la Tora es un acto único en la historia donde D´s es el factor determinante. El recibir la Tora, en contraste, es un eterno proceso, donde el hombre es el factor determinante. La paradoja se resuelve en la historia y en eterno proceso al cual es llamado el pueblo de Israel. El de elevarnos hacia lo Eterno, hacia lo santo. Kedoshim Tihu, santos seréis, ese es el desafío de elevación. La Tora es nuestro camino, y nuestro medio es su eterna interpretación.
Sea tu Voluntad D´s nuestro y de nuestros padres que podamos en este Shavuot re-encontrarnos con tu Tora, que podamos afianzarnos en tus Mitzvot y que estemos un paso más cerca al desafío eterno de la santidad.
Jag Sameaj!