martes, 16 de noviembre de 2010

Monoteísmo e intolerancia

El monoteísmo es intolerante por naturaleza. Así nos enseñó un profesor de historia. La lógica y la propia historia de la humanidad justificaban semejante sentencia. Es un lugar común decir que el monoteísmo comenzó con los judíos, luego le siguieron los cristianos y finalmente para el siglo VII se sumó la tercera gran religión monoteísta, los musulmanes. ¿Que es el monoteísmo? La creencia exclusiva en un solo D´s. Aunque ya desde la baja edad media hay muchos que dicen que el cristianismo no es esencialmente monoteísta por su famosa tríada (Padre, hijo y espíritu santo), pero vamos a dejar este pormenor de lado.

La novedad del monoteísmo, que había comenzado en Egipto en el siglo XIV a.e.c pero que se termina de consolidar en el reino de Iehuda (Judea) en el siglo VI a.e.c. fue que traía una concepción del mundo diametralmente opuesta al de la inmensa mayoría de las naciones de la Mesopotamia y de todo el mundo "conocido". No existen diferentes dioses. No hay dioses locales. No hay diversos dioses por cada fenómeno de la naturaleza. No hay politeísmo. Hay un solo D´s que no se puede representar, que fue que es y que será.

Ahora que ya definimos estos conceptos volvamos a lo que dio origen a este pequeño texto: El monoteísmo es intolerante por naturaleza. Si no acepto que hay diferentes dioses, que cada uno tiene dominio sobre un territorio particular o sobre un astro especifico, estoy presuponiendo la diversidad. Puede haber diferentes graduaciones de dioses pero todos dioses al fin. El politeísmo, en términos modernos, se mueve en el orden de la pluralidad. El politeísmo por naturaleza es plural. En cuanto se erige una religión que expresa tener un D´s único y universal anula todo tipo de pluralidad. Si mi D´s es el verdadero, el tuyo necesariamente es falso. Ya no puedo aceptar de manera natural la diversidad. O por lo menos así lo sostiene la lógica como pudimos ver y en muchos casos también lo demuestra la historia.

Los judíos por más que hayan querido (no tenemos referencias de esto) no pudieron conquistar o llevar a la practica este afán de dominio mundial. Los primeros que intentaron hacerlo fueron los cristianos y más específicamente la Iglesia católica apostólica romana. El imperio romano ya había sentado las bases para esta dominación, como enseña Bakunin, conquistando casi todo el mundo conocido y derribando todos los altares locales esparcidos por Europa. Primero fueron las incursiones en la media edad media al norte africano y luego el hito fundante de la intolerancia monoteísta, las diversas cruzadas. Luego llego la inquisición, la conquista de América y las conversiones forzosas de la población nativa.

Los musulmanes que durante la edad media supieron ser mucho más tolerantes que los cristianos con respecto a otras religiones y pueblos, en el siglo XX comenzaron a dar cuenta de la intolerancia monoteísta. En respuesta a la descolonización europea en África, sumando al imperialismo estadounidense y a la creación del Estado de Israel y a tantos otros factores, el fundamentalismo musulmán comenzó a declarar su empresa de conquistar y recuperar todo territorio que alguna vez halla estado bajo manos musulmanes. Y en su retórica se comenzó a escuchar con más frecuencia la palabra herejes en relación al mundo occidental.

El judaísmo no queda exento de estas categorizaciones. Por un lado desde el siglo XIX se levantaron movimientos fundamentalistas que se erigen como los únicos que tienen la verdad en la interpretación de las escrituras. Y en Israel muchos grupos de la derecha radical, fanáticos e integristas, esgrimen que Israel tiene derecho divino a conquistar todo el territorio que en la Biblia D´s le entrega al pueblo de Israel. A colación del fundamentalismo judío vale recordar aquel "Rabino" que en los años ochenta, si mal no recuerdo, intentó inmolarse en la mezquita. O aquel famoso "hombre" que entro a los territorios y comenzó a disparar a mansalva contra los habitantes palestinos.

Y así entramos al siglo XXI. El de las democracias y el de la pluralidad. Con judíos, cristianos (tanto católicos como protestantes) y musulmanes con nociones fundamentalistas. Cabe aclarar que aquí estoy hablando en términos generales, no de individuos particulares que gracias a D´s lejos están de pensar como algunos pocos o muchos, depende el caso, de sus correligionarios. Volviendo al tema. Nos encontramos con cada vez más fundamentalistas que creen que su verdad es única. Y si hay una única verdad todo lo demás es mentira. Al parecer es verdad que el monoteísmo por naturaleza es inevitable.

Yo soy de los que cree que no. Puede llegar a serlo pero no esta obligado a sucumbir. El siglo XXI se nos presenta con la oportunidad de desterrar de una vez por todas la falacia de que todos somos iguales. Todos somos diferentes. La pluralidad es la tendencia que marca, o debería marcar, nuestros próximos decenios. La aceptación de la diferencia, el respeto mutuo y el conocimiento "el otro" deberían ser nuestros parámetros. Y comprendo que el monoteísmo no debe someterse a aquellos integristas e intolerantes que puede haber en su interior.

El monoteísmo todavía tiene algo que aportar a este mundo plural. El monoteísmo es universal, pero es un universal donde los particulares pueden encontrarse. Ya desde la misma biblia se nos relata que todas las naciones (las conocidas o "relevantes") de aquel entonces nacen de Noe y sus tres hijos. Y todos ellos son hijos de D´s. No hay distinciones entre los negros, los griegos o los semitas. Por otro lado es el profeta Isaías quien enseña que al final de los días el templo de Jerusalém será una casa de adoración para todas las naciones.

Tiempo después en el Talmud enseña Rabi Akiva que la enseñanza más importante de toda la Tora (Antiguo testamento) es amar al otro como a uno mismo. Y el otro no son los judíos, como algunos comentaristas medievales trataron de señalar, el otro es el diferente, el que no es como yo. El tratado talmúdico de Sanedrín nos enseña, el mundo fue creado de un solo hombre para que no podamos decir "Mi padre es más grande que el tuyo", todos tenemos un mismo origen.

Mi verdad no anula tu verdad. La verdad de unos no anula la verdad de los otros. ¿Por qué? Porque en un mundo donde reine la pluralidad no hay verdades. Hay certezas, hay dudas, hay afirmaciones, hay creencias; pero no Verdades con mayúsculas. La mayor amenaza de nuestro siglo es que se erija alguien o algunos diciendo tener aquella verdad con V mayúscula. Ya sufrimos a Stalin, Hitler, Mussolini y otros tantos. Los intolerantes monoteístas fueron menos conocidos, pero los hubo y los hay. Ya la ciencia ha demostrado que no existen verdades, existen teorías más falibles y menos falibles. Pero ya nadie se puede atribuir la verdad absoluta. Hay certezas y estas tienen que ver con acertar. Y en todo intento de acierto uno puede errar.

El monoteísmo puede ser plural. Y es más el primer pacto de la Biblia el que hace D´s con Noe y con toda la humanidad es el símbolo de la pluralidad. Luego del diluvio D´s promete nunca más destruir su creación y el recordatorio que él mismo se da es el arco iris. El arco iris y la diversidad de sus colores son hoy símbolo de la bandera gay o de los pueblos originarios, entre otras cosas. Cuando veamos salir el arco iris recordemos que ese es el pacto de la pluralidad.

Mirando el arco Iris

La naturaleza es sorprendente. Colores, aromas, formas, texturas; todo se encuentra a nuestra disposición. Pero ¿Que tal si detrás de cada elemento de la naturaleza se escondiese un mensaje? Cuando el primer hombre fue creado, Adam, se encontraba solo frente a la vastedad de la tierra. El era único (en todo sentido) frente a la multiplicidad y a la pluralidad de la naturaleza. La naturaleza es tempestuosa, despampanante, majestuosa; es todo aquello que el hombre sea capaz de describir.

Sin duda cada uno de nosotros tiene un “objeto” de la naturaleza que prefiere por sobre otro. Para alguno será alguna flor por su aroma y textura, para otros la tempestad del mar, para otros la sensación del sol cuando nos abriga. En la Parashat Noaj que leemos esta semana también hay un elemento de la naturaleza que sobresale por sobre los otros. Antes de continuar leyendo, quien conoce un poco la historia de Noaj y del diluvio puede asegurar que ese elemento será el... por supuesto, el agua. Pero no. El agua es tan solo una parte, necesaria pero no exclusiva, del elemento central de está parasha. Estoy hablando del Arco Iris, en hebreo Keshet.

Repasemos la historia de Noaj en 2 lineas. Diez generaciones luego de Adam, la tierra se corrompe y D´s decide destruir su propia creación; pero para asegurar la continuidad a la vida le pide a Noaj (un hombre justo de aquella generación) que lleve a su esposa, hijos, las esposas de sus hijos y algunas parejas de animales a un Teba (arca) para resguardarse del diluvio que azotará al mundo. Noaj cumple y D´s también. Al cabo de unos meses los únicos seres vivos eran los que estaban en la Teba. Me pase de las dos lineas pero por poquito. Y ahora llega el momento del Arco Iris.

La Tora nos relata que D´s realiza un nuevo pacto con Noaj: " Y en cuanto a Mí, he aquí que establezco Mi pacto con ustedes, y con su descendencia después de ustedes.” (Bereshit 9:9) Este es el primer pacto de la Tora. Y este Brit (pacto) tiene una señal: “Y el arco Iris estará en la nube, y lo veré para recordar el pacto perpetuo entre D´s y todo ser viviente.” (Ibíd 9:16). El elemento, dentro de la pluralidad y vastedad de la naturaleza, que elige D´s para sellar el pacto, es el Arco Iris. Un elemento que se forma con dos elementos básicos que nos dan vida (pero que también pueden quitarla). El sol que nos abriga y nos nutre, y el agua que es la fuente misma de la vida.

Pero el Keshet tiene una característica más, al igual que este pacto. Este pacto no es con el pueblo de Israel, este pacto es con la humanidad, kol nefesh jaia señala la Tora. El pueblo de Israel ya va a tener tiempo para pactar con D´s (luego con la entrega de la Tora y posteriormente en el monte Moab en los últimos días de la vida de Moshe). Este pacto es con todo lo que fue creado. Y como todo lo creado es plural, es diverso, así también es el Arco Iris.

En esos días que llueve pero que el sol está presente sucede algo maravilloso; lineas de colores se dibujan en el cielo. Grandes y chicos nos quedamos viendo aquel hermoso espectáculo de la naturaleza. Pero detrás de esos colores y su brillo se esconde un mensaje, se esconde un pacto. El Keshet está para recordarle a D´s su pacto con la vida, y a los hombres para recordalres que la vida es diversa. El Arco iris es pluralidad. El arco iris sale de vez en cuando para hacernos abrir los ojos y ver en cada uno de esos colores una expresión de vida, una nación diferente, una creencia religiosa diferente, un modo de vivir diferente. Y el Arco Iris nos muestra que de vez en cuando diversas etnias, naciones, religiones y hombres pueden entenderse y aparecer unidos para darle a toda la humanidad un espectáculo único.

Iehi Ratzon miLefaneja, Sea Su voluntad que podamos ver Arco Iris más seguido, más duraderos, con más colores y con más vida.