lunes, 16 de julio de 2012

La herencia de los escritos de Bolívar en los discursos latinoamericanistas



Bolívar despierta cada cien años cuando despiertan los pueblos (Pablo Neruda)

Introducción

            La figura de Simón Bolívar (1783-1830) y su presencia en el inconciente colectivo latinoamericano es vasto evidente. Nadie puede ser indiferente a su vida, sus escritos, sus guerras y su legado. A lo largo de la historia el "libertador de America", vilipendiado por muchos y santificado por otros tantos fue transitando diversos caminos en los discursos políticos latinoamericanos. A partir de sus escritos, discursos, epístolas y especialmente de la Carta de Jamaica (1815) trataremos de analizar cual es su legado y herencia en los discursos de la izquierda latinoamericanistas a finales del siglo XX y comienzos del siglo XXI.

Desarrollo

"En una región de tradición cristiana impregnada de creencias más antiguas, el libertador se convierta a veces en una suerte de semidiós que se integra al sincretismo local", así escribía Pierre Vayssiere (2008:338) refiriéndose a Bolívar y a su legado. Luego de la desaparición física de Bolívar – 1830 – su herencia fue fruto de fuertes debates ideológicos y políticos. Por un lado inmediatamente después de su muerte, en Chile por ejemplo, se instituyó un feriado para recordar al libertador (Ibíd. 340) pero en otros países como Colombia o Perú los gobiernos allí instalados se empeñaron en desvalorizar la obra política de Bolívar. Fue en Venezuela, sin embargo, donde el culto a Bolívar, luego del traslado de sus restos a la ciudad de Caracas por pedido de su hermana, María Antonia, tomará amplias proporciones. El centenario del nacimiento de Bolívar, 1883, fue un momento propició, como también lo será el bicentenario de su natalicio, para traer de nuevo a flote al factor de cohesión de la nación venezolana en la figura de Bolívar convirtiéndose así en el guardián del pueblo (Ibíd. 347).

1.      Siglo XIX

Diversos intelectuales y poetas también se apropiaron de la imagen heroica de Simón Bolívar. Ejemplos hay varios pero a continuación detallaremos tres poetas paradigmáticos que se hicieron eco de la voz de libertador. En Ecuador, por ejemplo, el poeta José Joaquín de Olmedo (1780-1847), en su Canto a Junín, erigía a Bolívar como el vengador de la raza indígena[1] (Ibíd. 350). Otro caso emblemático fue el del poeta uruguayo, José Enrique Rodó (1871-1917), que en su famoso ensayo Ariel muestra un apasionamiento por la figura de Simón Bolívar y por sus gestas libertarias. El caso más representativo será la apropiación que hace el poeta cubano José Martí (1853-1895) revindicando la vigencia de la figura del libertador diciendo: "¡por que Bolívar tiene que hacer en America todavía! (Discurso de Martí de 1893 citado en Vayssiere 2008:354)". Martí destacaba en él la figura de un radical de excepcional coraje que luchó por la independencia y la justicia social, combatió la esclavitud y concibió la unidad de la America española. Rubén Darío y Pablo Neruda también le escribieron una suerte de oda al Libertador de America.

            No todo fue gloria y consagración en la vida póstuma de Bolívar. Tal como tuvo sus defensores y sus apologistas también tuvo sus desertores y enemigos. Karl Marx, por ejemplo, sentía una gran hostilidad hacia Bolívar que son manifestadas tanto en una breve reseña en la New American Cyclopedia de 1858 como en una carta que le envía a su colega Engels donde declara: ¡Ese vanidoso ávido de poder, esa pálida copia de Napoleón, ese dictador receloso y maligno que solo pudo brillar gracias a sus generales!" (Ibíd. 360). Esta lectura malintencionada y sesgada de Marx en relación a la figura de Simón Bolívar será uno de los factores que retardará en más de un siglo y medio la apropiación por parte de la Izquierda latinoamericanista de su figura como emblema de emancipación y lucha social. El otro gran obstáculo, por lo menos para la Argentina, en relación a la recuperación de la figura de Bolívar tiene relación con la historiografía mitrista, que lo concebía como un déspota mientras que ensalzaba la figura de San Martín como el libertador Sudamericano.   

2.      Primera mitad del Siglo XX
           
Bien entrado el siglo XX hay una reactivación del mito, como todo gran héroe, Simón Bolívar tuvo una metamorfosis y vidas póstumas muy diferentes, desde el fascismo, pasando por los nacionalistas y terminando como icono de la izquierda latinoamericanista. "El Bolívar que ha asado a la posteridad es una sucesión de figuras legendarias y retratos fantasmagóricos contradictorios nacidos de la imaginación de poetas y versificadores", señala  Vayssiere (Ibíd. 363). En 1928, por ejemplo, Mussolini organizó una misión de propaganda en la Venezuela del dictador Juan Vicente Gómez donde presentaban a la "persona de Bolívar como un modelo de valores cesaristas y autocráticos de fascismo" (Ibíd. 364). A comienzos del siglo con el fuerte impacto de los anarquistas en America del Sur se necesitaba la imagen de un líder que pudiera sostener la imagen de la republicas y de las "patrias chicas", y así se uso al fénix de Bolívar.

El proyecto panamericano de Washington, inesperadamente, también encontró en Bolívar una imagen representativa en la cual asentar su propuesta. Los Estados Unidos anunciaban su conferencia de 1899, con presencia de dieciocho delegaciones latinoamericanas, con el objeto de solucionar conflictos regionales como una continuación del aquella fallida conferencia de Panamá de 1826 tan ansiada por Simón Bolívar (Ibíd. 366). Los aniversarios de los natalicios y las muertes siempre son buenas oportunidades para revindicar a ciertos personajes y será en 1930 la Sociedad de las Naciones quienes aprobaran un documento señalando al General Bolívar como su precursor por haber "trabajado a favor de la justicia y la paz en el mundo" (Ibíd. 367).

3.      Ultimo cuarto del siglo XX

Será recién en 1971 donde el hombre de las mil cabezas, con otras miles de representaciones, comenzará a representare con más fuerza en el discurso de integración latinoamericana. En ocasión del 150 aniversario de la campaña del Sur (1822), el consejo interamericano para la educación, la ciencia y la cultura decidió rendirle un homenaje a su memoria con un concurso para historiadores cuyo tema era el siguiente: "Orígenes del ideal bolivariano y su acción a favor de la emancipación, la unidad espiritual y la solidaridad de los países del continente." (Ibíd. 368). El titulo es más que sugestivo, al determinar a priori la existencia de un "ideal bolivariano".

La apropiación de la izquierda, motivo de nuestro pequeño ensayo, se vio demorada, como vimos principalmente por la lectura de Marx en relación a Bolívar, mas la misma finalmente llegará. El hecho simbólico de apropiación tiene lugar en Colombia donde el M 19 roba de la Quinta Bolívar su espada, para convertirla "en una reliquia de toda la izquierda latinoamericana" (Ibíd. 377). El M 19 decidió utilizar la imagen de Bolívar como símbolo de su nacionalismo y de la lucha contra la opresión. Como veremos a continuación la izquierda hará una relectura de los textos de Simón Bolívar presentándolo como un anticolonialista y un antiimperialista, especialmente un antinorteamericano, formulando una reivindicación de dos Américas, una anglosajona y una española. Los periplos de la espada seguirán marcando, a lo largo de los años, la mayor apropiación de la imagen del libertador como la representación de la lucha contra todas las dependencias extranjeras del capital y de la cultura no-latinoamericana. En 1986, por ejemplo, se creará la "Orden de los guardianes de la Espada", que tendrá como presidente al mismismo Fidel Castro. Otro dato interesante es que en 1987 varias guerrillas colombianas decidieron poner fin a la lucha armada y entrar en la arena política bajo el nombre de "coordinación de Guerrillas Simón Bolívar" (Ibíd. 378).

La ultima mutación póstuma de Simón Bolívar – con una inmediata continuidad a los hechos recién mencionados - , por lo menos hasta nuestros días, es la famosa revolución bolivariana encabezada por Hugo Chávez. En sus discursos, como veremos, al ideal de la unión latinoamericana y la colaboración entre las "pequeñas patrias", un legado sin dudas propio de Simón Bolívar, Chávez le agrega un mensaje antiimperialista, transformando la desconfianza del Bolívar a los Estados unidos en hostilidad hacia la nación anglosajona.

Las lecturas latinoamericanistas de Bolívar

            En la actualidad el espacio político que se ha apoderado, de la mano de Hugo Chávez y su proyecto nacional, de la figura de Simón Bolívar es la izquierda latinoamericanista. El denominado "socialismo del siglo XXI" encuentra en la imagen del Libertador un arquetipo, o como diría Bajtin un cronotopo[2], que se abre para una relectura en la coyuntura actual. En la figura de Simón Bolívar y en su proyecto emancipatorio encuentran un correlato histórico que legitima su propio proyecto político. Se abre así una nueva matriz discursiva[3]; esta se basa básicamente en la presencia de una amenaza económico-militar que hay que hacer frente, a la necesidad de un congreso latinoamericano que simbolice su unión, el reconocimiento de una unidad natural entre los habitantes de los diversos países de la región y finalmente el componente que articula esta historización es la figura emblemática de Simón Bolívar (De Arnoux 2008:43). Este nuevo proyecto latinoamericanista se basa esquemáticamente en una propuesta de una democracia representativa que amplíe la presencia en el espacio público político de sectores históricamente ignorados (Ibíd. 13).

            Los discursos latinoamericanistas actuales anclan su relato en las revoluciones de comienzos del siglo XIX y comprenden su gesta como una continuación, en los significativos años de los bicentenarios, de aquellas empresas emancipatorias. La búsqueda de la independencia y de una democracia "autentica" encuentran su elemento legitimador en las revoluciones que le abrieron camino a las actuales naciones latinoamericanas. Juan Eduardo Romero Jiménez citado por De Anroux (2008:17) comenta que: "el proceso iniciado en el siglo XIX tiene una profunda vocación revolucionaria, integrada por valores tales como nacionalismo, educación, la integración de los ciudadanos constituyentes de la sociedad y ese proyecto tiene una continuidad en el presente, esbozado en el Proyecto Bolivariano". La figura de Simón Bolívar – por consiguiente también sus escritos – funcionan en esta coyuntura como el elemento de consenso ideológico ya que se trata de un valor social compartido para la gran mayoría de los latinoamericanos. Para los latinoamericanistas contemporáneos aquella revolución encabezada por Simón Bolívar quedo inconclusa, y es este pasado potencial no redimido, como diría Walter Benjamin, es el que predispone en el ideario político actual a continuar aquella gesta y darle un cierre. Este proyecto no es más, en este sentido, que una continuación del que se inició hace más de dos siglos, por eso abundan como señala De Arnoux las expresiones de despertar, renacer o resurgir, en los escritos y discursos latinoamericanistas de la actualidad.

            A continuación basándonos fundamentalmente en la Carta de Jamaica y otros escritos políticos de Simón Bolívar y por otro lado los discursos de Hugo Chávez intentaremos encontrar continuidades y rupturas entre sendas políticas "latinoamericanistas". 

            a. Antiimperialismo

            La actual lucha por la amenaza militar-económica y la fija de la figura del imperialismo norteamericano encuentran su correlato en la revolución de Bolívar y en sus escritos en la otrora España. En este sentido la lectura en la matriz latinoamericanista es forzada ya que como el mismo Bolívar enfatizaba él buscaba desprenderse de España pero comprendía que el nuevo mundo solo no podría sostenerse por lo cual buscaba entrar dentro de la égida del gobierno Británico[4]. Habiendo hecho estas salvedades podemos enfatizar que el discurso anti-imperialista en la actualidad ya no se centra en la España en decadencia sino en la potencia hegemónica del continente: los Estados Unidos de Norteamérica. Esta nación, que el mismo Bolívar[5] la veía separada del resto de la unidad que representaban las otras naciones latinoamericanas, es presentada por la izquierda latinoamericanista y especialmente por Hugo Chávez como el Diablo (epíteto que utiliza en reiteradas alocuciones ante las Naciones Unidas). Las frecuentes intervenciones desde fines del siglo XIX de EE.UU. en la política latinoamericana, en la deposición de presidentes electos democráticamente y en el chantaje económico hacen de este el enemigo necesario para cualquier proyecto emancipador. La amenaza externa genera gestos de resistencia al enemigo común entre otros países de la región, fortaleciendo así la idea de la unión latinoamericana. Por otra parte al insertar la "Revolución Bolivariana" en la gran categoría de la "revolución antiimperialista" Chávez, dice De Arnoux (2008: 79), vincula la lucha venezolana con la del mundo entero. 

            "Millones de americanos defienden sus derechos o están oprimidos por la nación española…" escribía Bolívar en su Carta de Jamaica (Escritos Políticos 2001:22), estos mismos oprimidos, son, según el discurso latinoamericanista presente, los pobres y marginados a causa de la desidia, el capitalismo brutal y arrasador del imperialismo norteamericano. Dichos tales como "nuestros natos e implacables enemigos los españoles europeos" (Manifiesto de Cartagena. Escritos Políticos 2001:7) fueron modificados contextualmente en el discurso contemporáneo para acusar al "demonio" del hemisferio norte por los males que acaecen en la región sur del continente. No obstante, cabe la pena mencionar, la actitud del propio Bolívar hacia los Estados Unidos era mucha más que benévola. Veía allí, más allá de sus críticas por no sumarse a la lucha latinoamericana, un pueblo único en la historia del género humano (Escritos Políticos 2001:40) por la posibilidad de generar un sistema democrático y federal que él consideraba perfecto pero no aplicable a la Latinoamérica de sus tiempos.

            b. Los traidores nacionales

            El enemigo externo – Estados Unidos otrora España - se articula desde los tiempos de Bolívar con un enemigo interno. En los escritos de Bolívar abundan las críticas a las oligarquías nativas que han estropeado el proyecto revolucionario. En nuestra coyuntura hay una transfiguración de aquel enemigo interno en la figura de las oligarquías apátridas y las burguesías que no invierten en un proyecto nacional. En el discurso de asunción de Chávez el 2 de diciembre de 1999 el mismo dice: "Hoy, señores, unirse a los que quieres conservar esto tal cual está, buscar conócenos con los que se oponen a los cambios necesarios, yo digo hoy como Bolívar ¡Eso es una traición!"

            La referencia es clara, los hombres y mujeres que buscan mantener el status quo, son los mismos que doscientos años antes engañaron a Bolívar. La traición que menciona el presidente de Venezuela se basa en los últimos años de la vida del Libertador de America donde este se encontraba en una gran depresión producto de que él consideraba que muchos lo habían traicionado, que su proyecto emancipatorio había sido enmarañado y vapuleado por distintos actores "conservadores" de la época.  

            c. La unión natural

            La afirmación de la unión "natural" en los escritos de Simón Bolívar también son retomados por la izquierda latinoamericanista al insistir que esta unión preexistente debe ser reforzada, como insistía Bolívar, en matera política y económica de la región. Es interesante en este sentido llamar la atención al Tratado constitutivo de la UNASUR que data del mayo del 2008, en el mismo se afirma que existe un pasado común y una solidaridad de las diversas naciones de Latinoamérica lo que abona el terreno para la construcción de un futuro común. La formula bolivariana "una nación de republicas" es reemplazado por el plural "nuestras naciones", señala De Arnoux (2008:21). En una entrevista que le hace a Chávez la hija del Che Guevara (citada por De Arnoux 2008: 55) el presidente de Venezuela declara: "Bolívar lo había dicho, la patria nuestra toda es la América"

            Tanto Bolívar como la actual izquierda latinoamericanista le suman a esta noción de "unidad natural" la idea de singularidad. "[…] no somos ni indios ni europeos – alegaba Simón Bolívar en la Carta de Jamaica - , sino una especie media entre los legítimos propietarios del país y los usurpadores españoles: en suma, siendo nosotros americanos por nacimiento y nuestros derechos los de Europa, tenemos que disputar estos a los del país y que mantenernos en él contra la invasión de los invasores." (Escritos Políticos 2001:25). Los latinoamericanos por nuestras particularidades somos discursivamente como los Axolotl en el cuento de Cortazar, aquel anfibio que no puede ser definido bajo las categorías preestablecidas. Pueblos de indios, mestizos, europeos y mulatos unidos por un idioma y una cultura en común. A esta "base natural" hay que sumarle políticamente la unión y la cooperación de las "patrias chicas".

            d. El pueblo   

            Tanto el discurso latinoamericanista como Bolívar apelaban al pueblo. Este no entendido meramente como simples partes disgregadas de un cuerpo social sino como una compleja estrategia retórica de referencia social. El pueblo, tal como sus líderes, debía servir primero a la nación, a las causas enarboladas por los lemas revolucionarios. A esta figura del soldado patriota – del ayer y del presente – se le opone la figura del traidor, el apartida (De Arnoux 2008:69). El pueblo son los compatriotas, aquellos hermanos en armas, que se levantan para defender la libertad y la emancipación. El pueblo, es acentuado en el discurso latinoamericanista actual, no como la nación entera sino como los trabajadores, los marginados y los desprotegidos.

            "No somos europeos, no somos indios, sino una especie media entre los aborígenes y los españoles. Americanos por nacimiento y europeos por derecho" (Escritos Políticos 2001:38), escribía Simón Bolívar. El pueblo latinoamericano es un pueblo particular, con excentricidades y cualidades que lo hacen único. El discurso latinoamericanista actual también enfatiza la idea de las particularidades del pueblo latinoamericano y además, tanto Bolívar como Chávez, apelan a la educación como herramienta para levantar del letargo a los pueblos dormidos: La esclavitud es la hija de las tinieblas; un pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destrucción. (Escritos Políticos 2001:38). Ambos proyectos políticos intentan también despertar un fuerte amor por el ideario político y futuro de la nación. Como exponíamos antes, un patriota debe desvivirse por la causa emprendida y así lo asienta Bolívar en uno de sus escritos: "El amor a la patria, el amor a las leyes, el amor a los magistrados, son las nobles pasiones que deben absorber exclusivamente el alma de un republicano" (Escritos Políticos 2001:49).

            Otro rasgo característico en torno a la apelación al pueblo de ambos proyectos políticos es, como ya dijimos, la revalorización y la puesta en escena de actores previamente anulados por las políticas que precedieron a ambas "revoluciones". En el caso de Bolívar serán los indios y los negros que en su Decreto sobre los derechos del indio (julio 1825) declara: "Que la igualdad entre todos los ciudadanos es la base de la constitución de la republica […] Se prohíbe emplear a los indígenas contra su voluntad en faenas, séptimas, mitas […] "(Escritos Políticos 2001:78). En el actual proyecto latinoamericanista serán los obreros, los pobres y los marginados por el modelo neoliberal.

            e. Moral y luces

            El discurso latinoamericanista contemporáneo, especialmente promocionado por Hugo Chávez y una serie de intelectuales-académicos, trabaja en gran medida la revalorización de la cultura del estudio como herramienta revolucionaria. Abandonando así el rol de los técnicos en la política, medida implementada por la ola neoliberal de fines de los ochenta, se vuelve a poner en un rol protagónico al lector y al intelectual. La frase de Bolívar, inspirada en la consigna de su maestro Simón Rodríguez, de "Moral y luces son los dos polos de la republica" (De Arnoux 2008:32), es reutilizada para apoyar las medidas de expansión de la educación en el pueblo y una resignificación y relectura de los grandes clásicos latinoamericanistas del siglo XIX, desde Nuestra America de José Martí, hasta El Ariel de Rodo, pasando por La Patria Grande de Ugarte (libros que son recomendados en reiteradas oportunidades por el presidente Hugo Chávez en sus alocuciones).

            Bolívar hablaba siempre de un quinto poder, y este era el poder de la Moral. En los discursos latinoamericanistas actuales lo éticamente inadmisible se señala con insistencia. Las constantes reiteraciones mediáticas sobre el papel desgarrador que jugó el neoliberalismo en la región, ocasionando un aumento exponencial de la pobreza, la desigualdad y la marginación, es usado frecuentemente, como así también la critica a la corrupción de la sempiterna politiquería latinoamericana, en sintonía con el poder Moral que buscaba imponer Bolívar.

            A los niños, decía Hugo Chávez en un discurso de diciembre del 2005 (citado por De Arnoux 2008:41), hay que empezarles a hablar de la integración desde ahora, en primer grado. Esto da cuenta de la necesidad de la reformulación del proyecto educativo en pos de concientizar desde temprana edad a los jóvenes sobre el ser latinoamericano y el denominador común que encierra este proyecto latinoamericanista. En vez de educar hacia las "patrias chicas" se debe educar hacia "la patria grande". Existe un correlato manifiesto entre este impulso educativo básico en los textos de Simón Bolívar. En 1825 emitía un Decreto sobre la educación del Pueblo (Escritos Políticos 2001:82) en donde enfatizaba que "el primer deber del gobierno es dar educación al pueblo", la misma debía ser uniforme y general, y es más remarcaba que "la salud de una República depende de la moral que por la educación adquieren los ciudadanos en su infancia". Aquel quinto poder, el de la Moral, se debe ejercitar por la educación temprana.    

            f. El héroe

            Al margen de la utilización de los escritos e ideas de Bolívar en el discurso latinoamericanista actual su imagen en su faceta de político-militar-héroe es exaltado con constancia. Por ejemplo Hugo Chávez en un discurso pronunciado en la ONU el 15 de septiembre del 2005 (citado por De Arnoux 2008:36) él mismo declara: "Simón Bolívar, padre de nuestra Patria y guía de nuestra Revolución, juró no dar descanso a su brazo, ni reposo a su alma, hasta la América libre". En esta idea épica de entregar todo por la causa se desarrollan los principales lineamientos de quienes lideran el proyecto latinoamericanista. Utilizando la figura de Simón Bolívar como aquel que aferrado a los lazos socio-económicos a la España imperialista decide rompe su vida acomodada para luchar "por los más necesitados" se configura el proyecto de hombre que busca este proyecto político. Cabe citar aquí el conocido Juramento de Roma de 1905 donde Bolívar declara: "no daré descanso a mi brazo, ni reposo a mi alma, hasta que haya roto las cadenas que nos oprimen por voluntad del poder español" (Escritos Políticos 2001, Pág. 5). Tanto los unos como los otros en busca de la afamada Libertad y la emancipación del espíritu dejan todo. Más que cristianos hay que ser crístico, solía enunciar Hugo Chávez.  La biografía y la figura de Simón Bolívar son utilizadas por el proyecto latinoamericanista como bastión legitimador. Bolívar se constituye en el discurso actual como el profeta de una nueva era.

            g. El pasado como memoria colectiva – el renacer

            Ya hemos observado que la imagen del pasado remoto, iniciado en las revoluciones de Bolívar, tiene una fuerte presencia en los discursos latinoamericanistas actuales. Este ideario se basa en la noción que hasta que la America latina no termine de descifrar los códigos del pasado no podrá construir los códigos del futuro. Como diría Walter Benjamin, la política tiene primacía sobre la historia, pero es menester escarbar el pasado en busca de aquellos retazos que nos posibiliten un análisis correcto de la actual coyuntura para así poder diagramar un proyecto futuro. En el pasado irredento se debelaría nuestra historia en común, nuestro lenguaje compartido y las grandes gestas de diversos "latinoamericanistas" (según se señala en el discurso) como Pancho Villa, Artigas o el propio San Martín. El retorno a aquel pasado es posible también porque las fuerzas que se enfrentan sieguen siendo las mismas, tanto el imperialismo como los traidores internos siguen estando presentes. Por este motivo, como ya exponíamos previamente, es constante la utilización de términos tales como "renacer", "resurgir" a la hora de hablar de la presente gesta latinoamericanista, presentándola como una simple continuación de la emprendida por Bolívar. 
           
            En el dieciocho brumario de 1852 Karl Marx nos recuerda que "[…] precisamente en esas épocas de crisis revolucionarias [los actores], evocan temerosamente los espíritus del pasado, les toman prestados sus nombres, sus consignas, sus trajes, para aparecen en la nueva escena de la historia bajo ese disfraz respetable y con ese lenguaje prestado". Este famoso pasaje describe a la perfección la utilización de los símbolos, los lenguajes y los lemas de la revolución libertadora en el proyecto Bolivariano actual. En un discurso del 2005 transcripto por De Arnoux Chávez enfatiza: "Hace 200 años nació aquí un proyecto que recorrió este continente, la unión Suramericana […]"(2008:67). En este sentido cabe la pena remarcar que Bolívar también utilizaba la historia como ilustración del presente, por ejemplo durante el Discurso de Angostura compara la situación de su tiempo con los sucesos acaecidos inmediatamente luego de la caída del imperio romano, donde cada desmembramiento formó una nación independiente (Escritos políticos 2001:37).

            h. Utopía y destino

            Fue Tomas Moro quien acuñó allá por el siglo XVI el término utopía. Tanto el discurso del propio Simón Bolívar como el de la actual izquierda latinoamericanista están cargados de una dimensión utópica del quehacer político. En la aclamada Carta de Jamaica el mismo Bolívar escribe: "El suceso coronará nuestros esfuerzos porque el destino de la America se ha fijado irrevocablemente; el lazo que la unía a la España está cortado…el velo se ha rasgado, ya hemos visto la luz y se nos quiere volver a las tinieblas […]" (Escritos políticos 2011:21). Hay una suerte de profecía que necesariamente habrá de cumplirse, queda saber cuando y quien la llevará a cabo pero hay un destino común para Latinoamérica. En ambos discursos y escritos se apela al recurso utópico, cargado de una fuerte dosis de profecía mística. El accionar político se debe orientar hacia aquel fin milenarista, hacia aquella utopía; pero la misma pensada como destino es un fin inevitable. La emancipación tras la unión de las naciones latinoamericanas es un hecho, quien se pliegue a este destino triunfará de lo contrario la misma historia sepultará a los traidores del ayer y del hoy. No obstante, más allá de los deseos de unos y otros, Simón Bolívar es enfático al declarar que sus ideas sobre el futuro de America estaban "dictadas por un deseo racional y no por un raciocinio probable" (Carta de Jamaica. Escritos políticos 2001:25).

            i. Del congreso de Panamá  a la UNASUR.

            Una y otra vez resuena en el proyecto latinoamericanista la necesidad de la unión supragubernamental entre las diversas naciones del continente. Este, sin lugar a dudas, es el proyecto programático en el que más correlato hay entre el actual latinoamericanismo y las aspiraciones de Simón Bolívar. Bolívar al respecto solía escribir en su texto programático fundamental, la Carta de Jamaica: "Es una idea grandiosa pretender formar de todo el Mundo Nuevo una sola nación con un solo vínculo que ligue sus partes entre sí y con el Todo. Ya que tiene un origen, una lengua, unas costumbres y una religión, debería por consiguiente, tener un solo gobierno que confederase los diferentes estados que hayan de formarse; mas no es posible, porque climas remotos, situaciones diversas, intereses opuestos, caracteres desemejantes, dividen a America […] Ojala algún día tengamos la fortuna de instalar allí [en el Istmo de Panamá] un augusto congreso de los representantes de las republicas" (Escritos políticos 2001:32).

            El discurso latinoamericanista contemporáneo centra su necesidad de formar un organismo que pueda articular política y económicamente a las naciones latinoamericanas en un principio fundamental: la división debilita. Esta noción se remonta al mismo Bolívar cuando en el Manifiesto de Cartagena escribía:   "Nuestra división, y no las armas españolas, nos tornó a la esclavitud" (Escritos Políticos 2001:9). Es la división en las pequeñas patrias la que ha debilitado a America latina, la misma no le ha permitido enfrentarse a los diversos avatares económicos y presiones externas tanto de Europa como de los Estados Unidos.

            Las semejanzas entre el congreso de Panamá y el proyecto político iniciado en el 2008, casi dos centurias después, de UNASUR son más que evidentes. Ambos se centran en una institución manejada por plenipotenciarios, como diría Bolívar en la convocatoria al congreso, que discuten diversas políticas de integración regional para enfrentar las amenazas externas y para aunar esfuerzos en materia económica y de desarrollo. Hay un cambio paradigmático del paso del Mercosur a la UNASUR donde a demás de una cooperación se busca un proyecto latinoamericano en común, como Chávez suele citar se busca generar una: Televisora del sur, un banco del sur y hasta una universidad del sur. Ambos proyectos buscaban insertar en la praxis política un ideal utópico: la unidad latinoamericana.

Conclusión

            Los discursos latinoamericanistas han existido desde hace más de 200 años mas lo que lo hace particularmente específico al de nuestros tiempos es la conjunción del intelectual con el político. En la figura creciente de Hugo Chávez, se da en el imaginario colectivo, la vuelta a la figura de Simón Bolívar. Durante decenios el discurso latinoamericanista había sido sostenido por intelectuales y políticos que en pocos casos ocuparon posiciones centrales en el aparato estatal (De Arnoux 2008: 46). En estos tiempos – que además coinciden simbólicamente con el bicentenario de aquellas gestas emancipadoras - por primera veces diversas lideres de los países latinoamericanos, desde Chávez pasando por Lula, los Kirchner o Evo Morales – tan solo para citar los ejemplos más paradigmáticos – han hecho propio en el discurso y en la praxis política los principios latinoamericanistas. Bregando por una consolidación de la unión política y económica de la región, y resignificando a las figuras y las grandes empresas del pasado como unificadores de una historia y un futuro en común. En este contexto son los textos y la propia biografía de Simón Bolívar las que sirven primordialmente como elemento legitimador y fundacional del actuar proyecto.

            Es Walter Benjamin en su segunda tesis sobre el concepto de historia que habla sobre la "débil fuerza mesiánica" que trae el pasado y la responsabilidad que tiene el presente con su historia. Aquella débil fuerza mesiánica, es utilizada conceptualmente por el discurso latinoamericanista como el legitimador de su empresa. Aquella brecha abierta hace doscientos años todavía no ha cerrado, el pasado esta inconcluso y es menester del presente darle un cierre a aquel pasado que nos convoca. Parafraseando en este contexto a Pablo Neruda en su famoso Canto a Bolívar decimos: Bolívar despierta cada cien años cuando despiertan los pueblos. Hoy día, los discursos y los escritos de Simón Bolívar, están siendo apropiados en pos de un proyecto latinoamericanista que no dista mucho de ser el propio de Bolívar mas se diferencia en su agregado "socialista" o, como podríamos decir de izquierda (especialmente al tono antiimperialista del latinoamericanismo actual). Más allá de estas diferencias podemos encontrar grandes semejanzas entre ambos proyectos políticos. El primero y fundamental es la ruptura con el status quo y el segundo, y más importante, es la concepción que dio origen a una vasta literatura en los últimos doscientos años, es la necesidad de la consolidación de una unión latinoamericana en materia política y económica. Concluimos con una cita de Bolívar, en su Discurso de Angostura, que encierra lo que podríamos decir, es el mayor vaso comunicante, entre ambos proyectos emancipadores: "El hombre, al perder la libertad, decía Homero, pierde la mitad de su espíritu." (Escritos Políticos 2001:43)



Bibliografía

  • Walter Benjamin, Tesis sobre el concepto de Historia [1940]
  • Simon Bolivar, Escritos políticos y sociales. [Buenos Aires, 2001]
  • Elvira Narvaja de Arnoux, El discurso latinoamericanista de Hugo Chávez. Editorial Biblos. Buenos Aires, 2008.
  • Arturo Andrés Roig,  Bolivarismo y filosofía latinoamericana. FLACSO Editores. Ecuador, 1984.
  • Pierre Vayssiere, Simón Bolívar, el sueño Americano. Editorial el ateneo. Buenos Aires, 2008.  




[1] En otra parte del Canto, por ejemplo, recuerda a Bolívar trayendo a colación su gran ilusión y su proyecto político entonando los siguientes versos: “¡Oh pueblos que formáis un pueblo solo y una familia y todos son mis hijos! (…) Vuestra fuerza es la unión. Unión, oh pueblos, para ser libres y jamás vencidos.”
[2]  El cronotopo Bolivariano es caracterizado por Elvira Narvaja de Arnoux como el tiempo de la revolución y la independencia latinoamericana, abierto hace más de dos siglos, en un espacio continental a reconstruir (De Arnoux 2008, Pág. 61).
[3] Remite a un espacio de regularidades generadas de discursividad como a un molde que permite dar forma discursiva a datos diversos e, incluso, funcionar como grilla interpretativa de lo social. (De Arnoux 2008, Pág. 42)
[4] Bolívar escribía en 1825: "Y nuestra federación americana no puede subsistir si no la toma bajo su protección Inglaterra" (Escritos Políticos 2001:76)
[5] "No sólo los europeos, pero hasta nuestros hermanos del norte se han mantenido inmóviles espectadores de esta contienda […]" (Carta de Jamaica. Escritos Políticos 2001:23)