Bolívar despierta cada cien años
cuando despiertan los pueblos (Pablo Neruda)
Introducción
La figura de Simón Bolívar (1783-1830) y su presencia en
el inconciente colectivo latinoamericano es vasto evidente. Nadie puede ser
indiferente a su vida, sus escritos, sus guerras y su legado. A lo largo de la
historia el "libertador de America", vilipendiado por muchos y
santificado por otros tantos fue transitando diversos caminos en los discursos
políticos latinoamericanos. A partir de sus escritos, discursos, epístolas y
especialmente de la Carta de Jamaica (1815) trataremos de analizar cual es su
legado y herencia en los discursos de la izquierda latinoamericanistas a
finales del siglo XX y comienzos del siglo XXI.
Desarrollo
"En una región de tradición cristiana impregnada de creencias más
antiguas, el libertador se convierta a veces en una suerte de semidiós que se
integra al sincretismo local", así escribía Pierre Vayssiere (2008:338) refiriéndose a Bolívar y a su
legado. Luego de la desaparición física de Bolívar – 1830 – su herencia fue
fruto de fuertes debates ideológicos y políticos. Por un lado inmediatamente
después de su muerte, en Chile por ejemplo, se instituyó un feriado para
recordar al libertador (Ibíd. 340) pero en otros países como Colombia o Perú
los gobiernos allí instalados se empeñaron en desvalorizar la obra política de
Bolívar. Fue en Venezuela, sin embargo, donde el culto a Bolívar, luego del
traslado de sus restos a la ciudad de Caracas por pedido de su hermana, María
Antonia, tomará amplias proporciones. El centenario del nacimiento de Bolívar,
1883, fue un momento propició, como también lo será el bicentenario de su
natalicio, para traer de nuevo a flote al factor de cohesión de la nación
venezolana en la figura de Bolívar convirtiéndose así en el guardián del
pueblo (Ibíd. 347).
1.
Siglo XIX
Diversos
intelectuales y poetas también se apropiaron de la imagen heroica de Simón
Bolívar. Ejemplos hay varios pero a continuación detallaremos tres poetas paradigmáticos
que se hicieron eco de la voz de libertador. En Ecuador, por ejemplo, el poeta
José Joaquín de Olmedo (1780-1847), en su Canto a Junín, erigía a Bolívar como
el vengador de la raza indígena[1]
(Ibíd. 350). Otro caso emblemático fue el del poeta uruguayo, José Enrique Rodó
(1871-1917), que en su famoso ensayo Ariel muestra un apasionamiento por la
figura de Simón Bolívar y por sus gestas libertarias. El caso más
representativo será la apropiación que hace el poeta cubano José Martí
(1853-1895) revindicando la vigencia de la figura del libertador diciendo: "¡por
que Bolívar tiene que hacer en America todavía! (Discurso de Martí de 1893
citado en Vayssiere 2008:354)". Martí destacaba en él la figura de un
radical de excepcional coraje que luchó por la independencia y la justicia
social, combatió la esclavitud y concibió la unidad de la America española.
Rubén Darío y Pablo Neruda también le escribieron una suerte de oda al
Libertador de America.
No todo fue gloria y consagración en la vida póstuma de
Bolívar. Tal como tuvo sus defensores y sus apologistas también tuvo sus
desertores y enemigos. Karl Marx, por ejemplo, sentía una gran hostilidad hacia
Bolívar que son manifestadas tanto en una breve reseña en la New American
Cyclopedia de 1858 como en una carta que le envía a su colega Engels donde
declara: ¡Ese vanidoso ávido de poder, esa pálida copia de Napoleón, ese
dictador receloso y maligno que solo pudo brillar gracias a sus
generales!" (Ibíd. 360). Esta lectura malintencionada y sesgada de Marx
en relación a la figura de Simón Bolívar será uno de los factores que retardará
en más de un siglo y medio la apropiación por parte de la Izquierda
latinoamericanista de su figura como emblema de emancipación y lucha social. El
otro gran obstáculo, por lo menos para la Argentina, en relación a la
recuperación de la figura de Bolívar tiene relación con la historiografía
mitrista, que lo concebía como un déspota mientras que ensalzaba la figura de
San Martín como el libertador Sudamericano.
2.
Primera mitad del Siglo XX
Bien
entrado el siglo XX hay una reactivación del mito, como todo gran héroe, Simón
Bolívar tuvo una metamorfosis y vidas póstumas muy diferentes, desde el
fascismo, pasando por los nacionalistas y terminando como icono de la izquierda
latinoamericanista. "El Bolívar que ha asado a la posteridad es una
sucesión de figuras legendarias y retratos fantasmagóricos contradictorios
nacidos de la imaginación de poetas y versificadores", señala Vayssiere (Ibíd. 363). En 1928, por ejemplo,
Mussolini organizó una misión de propaganda en la Venezuela del dictador Juan
Vicente Gómez donde presentaban a la "persona de Bolívar como un modelo
de valores cesaristas y autocráticos de fascismo" (Ibíd. 364). A
comienzos del siglo con el fuerte impacto de los anarquistas en America del Sur
se necesitaba la imagen de un líder que pudiera sostener la imagen de la
republicas y de las "patrias chicas", y así se uso al fénix de
Bolívar.
El
proyecto panamericano de Washington, inesperadamente, también encontró en Bolívar
una imagen representativa en la cual asentar su propuesta. Los Estados Unidos
anunciaban su conferencia de 1899, con presencia de dieciocho delegaciones
latinoamericanas, con el objeto de solucionar conflictos regionales como una
continuación del aquella fallida conferencia de Panamá de 1826 tan ansiada por
Simón Bolívar (Ibíd. 366). Los aniversarios de los natalicios y las muertes
siempre son buenas oportunidades para revindicar a ciertos personajes y será en
1930 la Sociedad de las Naciones quienes aprobaran un documento señalando al
General Bolívar como su precursor por haber "trabajado a favor de la
justicia y la paz en el mundo" (Ibíd. 367).
3.
Ultimo cuarto del siglo XX
Será
recién en 1971 donde el hombre de las mil cabezas, con otras miles de representaciones,
comenzará a representare con más fuerza en el discurso de integración
latinoamericana. En ocasión del 150 aniversario de la campaña del Sur (1822),
el consejo interamericano para la educación, la ciencia y la cultura decidió
rendirle un homenaje a su memoria con un concurso para historiadores cuyo tema
era el siguiente: "Orígenes del ideal bolivariano y su acción a favor de
la emancipación, la unidad espiritual y la solidaridad de los países del
continente." (Ibíd. 368). El titulo es más que sugestivo, al determinar a
priori la existencia de un "ideal bolivariano".
La
apropiación de la izquierda, motivo de nuestro pequeño ensayo, se vio demorada,
como vimos principalmente por la lectura de Marx en relación a Bolívar, mas la
misma finalmente llegará. El hecho simbólico de apropiación tiene lugar en
Colombia donde el M 19 roba de la Quinta Bolívar su espada, para convertirla "en
una reliquia de toda la izquierda latinoamericana" (Ibíd. 377). El M
19 decidió utilizar la imagen de Bolívar como símbolo de su nacionalismo y de
la lucha contra la opresión. Como veremos a continuación la izquierda hará una
relectura de los textos de Simón Bolívar presentándolo como un anticolonialista
y un antiimperialista, especialmente un antinorteamericano, formulando una
reivindicación de dos Américas, una anglosajona y una española. Los periplos de
la espada seguirán marcando, a lo largo de los años, la mayor apropiación de la
imagen del libertador como la representación de la lucha contra todas las
dependencias extranjeras del capital y de la cultura no-latinoamericana. En
1986, por ejemplo, se creará la "Orden de los guardianes de la
Espada", que tendrá como presidente al mismismo Fidel Castro. Otro dato
interesante es que en 1987 varias guerrillas colombianas decidieron poner fin a
la lucha armada y entrar en la arena política bajo el nombre de
"coordinación de Guerrillas Simón Bolívar" (Ibíd. 378).
La
ultima mutación póstuma de Simón Bolívar – con una inmediata continuidad a los
hechos recién mencionados - , por lo menos hasta nuestros días, es la famosa
revolución bolivariana encabezada por Hugo Chávez. En sus discursos, como
veremos, al ideal de la unión latinoamericana y la colaboración entre las
"pequeñas patrias", un legado sin dudas propio de Simón Bolívar,
Chávez le agrega un mensaje antiimperialista, transformando la desconfianza del
Bolívar a los Estados unidos en hostilidad hacia la nación anglosajona.
Las lecturas
latinoamericanistas de Bolívar
En la actualidad el espacio político que se ha apoderado,
de la mano de Hugo Chávez y su proyecto nacional, de la figura de Simón Bolívar
es la izquierda latinoamericanista. El denominado "socialismo del siglo
XXI" encuentra en la imagen del Libertador un arquetipo, o como diría
Bajtin un cronotopo[2], que se abre para una
relectura en la coyuntura actual. En la figura de Simón Bolívar y en su
proyecto emancipatorio encuentran un correlato histórico que legitima su propio
proyecto político. Se abre así una nueva matriz discursiva[3];
esta se basa básicamente en la presencia de una amenaza económico-militar que
hay que hacer frente, a la necesidad de un congreso latinoamericano que
simbolice su unión, el reconocimiento de una unidad natural entre los
habitantes de los diversos países de la región y finalmente el componente que
articula esta historización es la figura emblemática de Simón Bolívar (De
Arnoux 2008:43). Este nuevo proyecto latinoamericanista se basa
esquemáticamente en una propuesta de una democracia representativa que amplíe
la presencia en el espacio público político de sectores históricamente
ignorados (Ibíd. 13).
Los discursos latinoamericanistas actuales anclan su
relato en las revoluciones de comienzos del siglo XIX y comprenden su gesta
como una continuación, en los significativos años de los bicentenarios, de
aquellas empresas emancipatorias. La búsqueda de la independencia y de una
democracia "autentica" encuentran su elemento legitimador en las
revoluciones que le abrieron camino a las actuales naciones latinoamericanas.
Juan Eduardo Romero Jiménez citado por De Anroux (2008:17) comenta que: "el
proceso iniciado en el siglo XIX tiene una profunda vocación revolucionaria,
integrada por valores tales como nacionalismo, educación, la integración de los
ciudadanos constituyentes de la sociedad y ese proyecto tiene una continuidad
en el presente, esbozado en el Proyecto Bolivariano". La figura de
Simón Bolívar – por consiguiente también sus escritos – funcionan en esta
coyuntura como el elemento de consenso ideológico ya que se trata de un valor
social compartido para la gran mayoría de los latinoamericanos. Para los
latinoamericanistas contemporáneos aquella revolución encabezada por Simón
Bolívar quedo inconclusa, y es este pasado potencial no redimido, como diría
Walter Benjamin, es el que predispone en el ideario político actual a continuar
aquella gesta y darle un cierre. Este proyecto no es más, en este sentido, que
una continuación del que se inició hace más de dos siglos, por eso abundan como
señala De Arnoux las expresiones de despertar, renacer o resurgir, en
los escritos y discursos latinoamericanistas de la actualidad.
A continuación basándonos fundamentalmente en la Carta de
Jamaica y otros escritos políticos de Simón Bolívar y por otro lado los
discursos de Hugo Chávez intentaremos encontrar continuidades y rupturas entre
sendas políticas "latinoamericanistas".
a. Antiimperialismo
La actual lucha por la amenaza militar-económica y la
fija de la figura del imperialismo norteamericano encuentran su correlato en la
revolución de Bolívar y en sus escritos en la otrora España. En este sentido la
lectura en la matriz latinoamericanista es forzada ya que como el mismo Bolívar
enfatizaba él buscaba desprenderse de España pero comprendía que el nuevo mundo
solo no podría sostenerse por lo cual buscaba entrar dentro de la égida del
gobierno Británico[4]. Habiendo hecho estas
salvedades podemos enfatizar que el discurso anti-imperialista en la actualidad
ya no se centra en la España en decadencia sino en la potencia hegemónica del
continente: los Estados Unidos de Norteamérica. Esta nación, que el mismo
Bolívar[5]
la veía separada del resto de la unidad que representaban las otras naciones
latinoamericanas, es presentada por la izquierda latinoamericanista y
especialmente por Hugo Chávez como el Diablo (epíteto que utiliza en
reiteradas alocuciones ante las Naciones Unidas). Las frecuentes intervenciones
desde fines del siglo XIX de EE.UU. en la política latinoamericana, en la
deposición de presidentes electos democráticamente y en el chantaje económico
hacen de este el enemigo necesario para cualquier proyecto emancipador. La
amenaza externa genera gestos de resistencia al enemigo común entre otros
países de la región, fortaleciendo así la idea de la unión latinoamericana. Por
otra parte al insertar la "Revolución Bolivariana" en la gran
categoría de la "revolución antiimperialista" Chávez, dice De Arnoux
(2008: 79), vincula la lucha venezolana con la del mundo entero.
"Millones de americanos defienden sus derechos o
están oprimidos por la nación española…" escribía Bolívar en su Carta de Jamaica (Escritos
Políticos 2001:22), estos mismos oprimidos, son, según el discurso
latinoamericanista presente, los pobres y marginados a causa de la desidia, el
capitalismo brutal y arrasador del imperialismo norteamericano. Dichos tales
como "nuestros natos e implacables enemigos los españoles
europeos" (Manifiesto de Cartagena. Escritos Políticos 2001:7) fueron
modificados contextualmente en el discurso contemporáneo para acusar al
"demonio" del hemisferio norte por los males que acaecen en la región
sur del continente. No obstante, cabe la pena mencionar, la actitud del propio
Bolívar hacia los Estados Unidos era mucha más que benévola. Veía allí, más
allá de sus críticas por no sumarse a la lucha latinoamericana, un pueblo
único en la historia del género humano (Escritos Políticos 2001:40) por la
posibilidad de generar un sistema democrático y federal que él consideraba
perfecto pero no aplicable a la Latinoamérica de sus tiempos.
b. Los traidores nacionales
El enemigo externo – Estados Unidos otrora España - se
articula desde los tiempos de Bolívar con un enemigo interno. En los escritos
de Bolívar abundan las críticas a las oligarquías nativas que han estropeado el
proyecto revolucionario. En nuestra coyuntura hay una transfiguración de aquel
enemigo interno en la figura de las oligarquías apátridas y las burguesías que
no invierten en un proyecto nacional. En el discurso de asunción de Chávez el 2
de diciembre de 1999 el mismo dice: "Hoy, señores, unirse a los que
quieres conservar esto tal cual está, buscar conócenos con los que se oponen a
los cambios necesarios, yo digo hoy como Bolívar ¡Eso es una traición!"
La referencia es clara, los hombres y mujeres que buscan
mantener el status quo, son los mismos que doscientos años antes engañaron a
Bolívar. La traición que menciona el presidente de Venezuela se basa en los
últimos años de la vida del Libertador de America donde este se encontraba en
una gran depresión producto de que él consideraba que muchos lo habían
traicionado, que su proyecto emancipatorio había sido enmarañado y vapuleado
por distintos actores "conservadores" de la época.
c. La unión natural
La afirmación de la unión "natural" en los
escritos de Simón Bolívar también son retomados por la izquierda
latinoamericanista al insistir que esta unión preexistente debe ser reforzada,
como insistía Bolívar, en matera política y económica de la región. Es
interesante en este sentido llamar la atención al Tratado constitutivo de la
UNASUR que data del mayo del 2008, en el mismo se afirma que existe un pasado
común y una solidaridad de las diversas naciones de Latinoamérica lo que abona
el terreno para la construcción de un futuro común. La formula bolivariana
"una nación de republicas" es reemplazado por el plural
"nuestras naciones", señala De Arnoux (2008:21). En una
entrevista que le hace a Chávez la hija del Che Guevara (citada por De Arnoux
2008: 55) el presidente de Venezuela declara: "Bolívar lo había dicho,
la patria nuestra toda es la América".
Tanto Bolívar como la actual izquierda latinoamericanista
le suman a esta noción de "unidad natural" la idea de singularidad.
"[…] no somos ni indios ni europeos – alegaba Simón Bolívar en la
Carta de Jamaica - , sino una especie media entre los legítimos propietarios
del país y los usurpadores españoles: en suma, siendo nosotros americanos por
nacimiento y nuestros derechos los de Europa, tenemos que disputar estos a los
del país y que mantenernos en él contra la invasión de los invasores."
(Escritos Políticos 2001:25). Los latinoamericanos por nuestras
particularidades somos discursivamente como los Axolotl en el cuento de
Cortazar, aquel anfibio que no puede ser definido bajo las categorías
preestablecidas. Pueblos de indios, mestizos, europeos y mulatos unidos por un
idioma y una cultura en común. A esta "base natural" hay que sumarle
políticamente la unión y la cooperación de las "patrias chicas".
d. El pueblo
Tanto el discurso latinoamericanista como Bolívar
apelaban al pueblo. Este no entendido meramente como simples partes disgregadas
de un cuerpo social sino como una compleja estrategia retórica de referencia
social. El pueblo, tal como sus líderes, debía servir primero a la nación,
a las causas enarboladas por los lemas revolucionarios. A esta figura del
soldado patriota – del ayer y del presente – se le opone la figura del traidor,
el apartida (De Arnoux 2008:69). El pueblo son los compatriotas, aquellos
hermanos en armas, que se levantan para defender la libertad y la emancipación.
El pueblo, es acentuado en el discurso latinoamericanista actual, no como la
nación entera sino como los trabajadores, los marginados y los desprotegidos.
"No somos europeos, no somos indios, sino una
especie media entre los aborígenes y los españoles. Americanos por nacimiento y
europeos por derecho" (Escritos Políticos 2001:38), escribía Simón
Bolívar. El pueblo latinoamericano es un pueblo particular, con excentricidades
y cualidades que lo hacen único. El discurso latinoamericanista actual también
enfatiza la idea de las particularidades del pueblo latinoamericano y además,
tanto Bolívar como Chávez, apelan a la educación como herramienta para levantar
del letargo a los pueblos dormidos: La esclavitud es la hija de las
tinieblas; un pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia
destrucción. (Escritos Políticos 2001:38). Ambos proyectos políticos
intentan también despertar un fuerte amor por el ideario político y futuro de
la nación. Como exponíamos antes, un patriota debe desvivirse por la causa
emprendida y así lo asienta Bolívar en uno de sus escritos: "El amor a
la patria, el amor a las leyes, el amor a los magistrados, son las nobles
pasiones que deben absorber exclusivamente el alma de un republicano"
(Escritos Políticos 2001:49).
Otro rasgo característico en torno a la apelación al
pueblo de ambos proyectos políticos es, como ya dijimos, la revalorización y la
puesta en escena de actores previamente anulados por las políticas que
precedieron a ambas "revoluciones". En el caso de Bolívar serán los
indios y los negros que en su Decreto sobre los derechos del indio (julio 1825)
declara: "Que la igualdad entre todos los ciudadanos es la base de la
constitución de la republica […] Se prohíbe emplear a los indígenas contra su
voluntad en faenas, séptimas, mitas […] "(Escritos Políticos 2001:78).
En el actual proyecto latinoamericanista serán los obreros, los pobres y los
marginados por el modelo neoliberal.
e. Moral y luces
El discurso latinoamericanista contemporáneo,
especialmente promocionado por Hugo Chávez y una serie de
intelectuales-académicos, trabaja en gran medida la revalorización de la
cultura del estudio como herramienta revolucionaria. Abandonando así el rol de
los técnicos en la política, medida implementada por la ola neoliberal de fines
de los ochenta, se vuelve a poner en un rol protagónico al lector y al
intelectual. La frase de Bolívar, inspirada en la consigna de su maestro Simón
Rodríguez, de "Moral y luces son los dos polos de la republica"
(De Arnoux 2008:32), es reutilizada para apoyar las medidas de expansión de la
educación en el pueblo y una resignificación y relectura de los grandes
clásicos latinoamericanistas del siglo XIX, desde Nuestra America de José
Martí, hasta El Ariel de Rodo, pasando por La Patria Grande de Ugarte (libros
que son recomendados en reiteradas oportunidades por el presidente Hugo Chávez
en sus alocuciones).
Bolívar hablaba siempre de un quinto poder, y este era el
poder de la Moral. En los discursos latinoamericanistas actuales lo éticamente
inadmisible se señala con insistencia. Las constantes reiteraciones mediáticas
sobre el papel desgarrador que jugó el neoliberalismo en la región, ocasionando
un aumento exponencial de la pobreza, la desigualdad y la marginación, es usado
frecuentemente, como así también la critica a la corrupción de la sempiterna
politiquería latinoamericana, en sintonía con el poder Moral que buscaba
imponer Bolívar.
A los niños, decía Hugo Chávez en un discurso de
diciembre del 2005 (citado por De Arnoux 2008:41), hay que empezarles a
hablar de la integración desde ahora, en primer grado. Esto da cuenta de la
necesidad de la reformulación del proyecto educativo en pos de concientizar
desde temprana edad a los jóvenes sobre el ser latinoamericano y el denominador
común que encierra este proyecto latinoamericanista. En vez de educar hacia las
"patrias chicas" se debe educar hacia "la patria grande".
Existe un correlato manifiesto entre este impulso educativo básico en los
textos de Simón Bolívar. En 1825 emitía un Decreto sobre la educación del
Pueblo (Escritos Políticos 2001:82) en donde enfatizaba que "el primer
deber del gobierno es dar educación al pueblo", la misma debía ser
uniforme y general, y es más remarcaba que "la salud de una República
depende de la moral que por la educación adquieren los ciudadanos en su
infancia". Aquel quinto poder, el de la Moral, se debe ejercitar por
la educación temprana.
f. El héroe
Al margen de la utilización de los escritos e ideas de
Bolívar en el discurso latinoamericanista actual su imagen en su faceta de
político-militar-héroe es exaltado con constancia. Por ejemplo Hugo Chávez en
un discurso pronunciado en la ONU el 15 de septiembre del 2005 (citado por De
Arnoux 2008:36) él mismo declara: "Simón Bolívar, padre de nuestra
Patria y guía de nuestra Revolución, juró no dar descanso a su brazo, ni reposo
a su alma, hasta la América libre". En esta idea épica de entregar
todo por la causa se desarrollan los principales lineamientos de quienes
lideran el proyecto latinoamericanista. Utilizando la figura de Simón Bolívar
como aquel que aferrado a los lazos socio-económicos a la España imperialista
decide rompe su vida acomodada para luchar "por los más necesitados"
se configura el proyecto de hombre que busca este proyecto político. Cabe citar
aquí el conocido Juramento de Roma de 1905 donde Bolívar declara: "no
daré descanso a mi brazo, ni reposo a mi alma, hasta que haya roto las cadenas
que nos oprimen por voluntad del poder español" (Escritos Políticos
2001, Pág. 5). Tanto los unos como los otros en busca de la afamada Libertad y
la emancipación del espíritu dejan todo. Más que cristianos hay que ser
crístico, solía enunciar Hugo Chávez. La
biografía y la figura de Simón Bolívar son utilizadas por el proyecto
latinoamericanista como bastión legitimador. Bolívar se constituye en el
discurso actual como el profeta de una nueva era.
g. El pasado como memoria colectiva – el renacer
Ya hemos observado que la imagen del pasado remoto,
iniciado en las revoluciones de Bolívar, tiene una fuerte presencia en los
discursos latinoamericanistas actuales. Este ideario se basa en la noción que
hasta que la America latina no termine de descifrar los códigos del pasado no
podrá construir los códigos del futuro. Como diría Walter Benjamin, la política
tiene primacía sobre la historia, pero es menester escarbar el pasado en busca
de aquellos retazos que nos posibiliten un análisis correcto de la actual
coyuntura para así poder diagramar un proyecto futuro. En el pasado irredento
se debelaría nuestra historia en común, nuestro lenguaje compartido y las
grandes gestas de diversos "latinoamericanistas" (según se señala en
el discurso) como Pancho Villa, Artigas o el propio San Martín. El retorno a
aquel pasado es posible también porque las fuerzas que se enfrentan sieguen
siendo las mismas, tanto el imperialismo como los traidores internos siguen
estando presentes. Por este motivo, como ya exponíamos previamente, es
constante la utilización de términos tales como "renacer", "resurgir"
a la hora de hablar de la presente gesta latinoamericanista, presentándola como
una simple continuación de la emprendida por Bolívar.
En el dieciocho brumario de 1852 Karl Marx nos recuerda
que "[…] precisamente en esas épocas de crisis revolucionarias [los actores],
evocan temerosamente los espíritus del pasado, les toman prestados sus nombres,
sus consignas, sus trajes, para aparecen en la nueva escena de la historia bajo
ese disfraz respetable y con ese lenguaje prestado". Este famoso
pasaje describe a la perfección la utilización de los símbolos, los lenguajes y
los lemas de la revolución libertadora en el proyecto Bolivariano actual. En un
discurso del 2005 transcripto por De Arnoux Chávez enfatiza: "Hace 200
años nació aquí un proyecto que recorrió este continente, la unión Suramericana
[…]"(2008:67). En este sentido cabe la pena remarcar que Bolívar
también utilizaba la historia como ilustración del presente, por ejemplo
durante el Discurso de Angostura compara la situación de su tiempo con los
sucesos acaecidos inmediatamente luego de la caída del imperio romano, donde
cada desmembramiento formó una nación independiente (Escritos políticos
2001:37).
h. Utopía y destino
Fue Tomas Moro quien acuñó allá por el siglo XVI el
término utopía. Tanto el discurso del propio Simón Bolívar como el de la actual
izquierda latinoamericanista están cargados de una dimensión utópica del
quehacer político. En la aclamada Carta de Jamaica el mismo Bolívar escribe: "El
suceso coronará nuestros esfuerzos porque el destino de la America se ha fijado
irrevocablemente; el lazo que la unía a la España está cortado…el velo se ha
rasgado, ya hemos visto la luz y se nos quiere volver a las tinieblas […]"
(Escritos políticos 2011:21). Hay una suerte de profecía que necesariamente habrá
de cumplirse, queda saber cuando y quien la llevará a cabo pero hay un destino
común para Latinoamérica. En ambos discursos y escritos se apela al recurso
utópico, cargado de una fuerte dosis de profecía mística. El accionar político
se debe orientar hacia aquel fin milenarista, hacia aquella utopía; pero la
misma pensada como destino es un fin inevitable. La emancipación tras la unión
de las naciones latinoamericanas es un hecho, quien se pliegue a este destino
triunfará de lo contrario la misma historia sepultará a los traidores del ayer
y del hoy. No obstante, más allá de los deseos de unos y otros, Simón Bolívar
es enfático al declarar que sus ideas sobre el futuro de America estaban "dictadas
por un deseo racional y no por un raciocinio probable" (Carta de
Jamaica. Escritos políticos 2001:25).
i. Del congreso de Panamá
a la UNASUR.
Una y otra vez resuena en el proyecto latinoamericanista
la necesidad de la unión supragubernamental entre las diversas naciones del
continente. Este, sin lugar a dudas, es el proyecto programático en el que más
correlato hay entre el actual latinoamericanismo y las aspiraciones de Simón
Bolívar. Bolívar al respecto solía escribir en su texto programático
fundamental, la Carta de Jamaica: "Es una idea grandiosa pretender
formar de todo el Mundo Nuevo una sola nación con un solo vínculo que ligue sus
partes entre sí y con el Todo. Ya que tiene un origen, una lengua, unas
costumbres y una religión, debería por consiguiente, tener un solo gobierno que
confederase los diferentes estados que hayan de formarse; mas no es posible,
porque climas remotos, situaciones diversas, intereses opuestos, caracteres
desemejantes, dividen a America […] Ojala algún día tengamos la fortuna de
instalar allí [en el Istmo de Panamá] un augusto congreso de los representantes
de las republicas" (Escritos políticos 2001:32).
El discurso latinoamericanista contemporáneo centra su
necesidad de formar un organismo que pueda articular política y económicamente
a las naciones latinoamericanas en un principio fundamental: la división
debilita. Esta noción se remonta al mismo Bolívar cuando en el Manifiesto de
Cartagena escribía: "Nuestra
división, y no las armas españolas, nos tornó a la esclavitud"
(Escritos Políticos 2001:9). Es la división en las pequeñas patrias la que ha
debilitado a America latina, la misma no le ha permitido enfrentarse a los
diversos avatares económicos y presiones externas tanto de Europa como de los
Estados Unidos.
Las semejanzas entre el congreso de Panamá y el proyecto
político iniciado en el 2008, casi dos centurias después, de UNASUR son más que
evidentes. Ambos se centran en una institución manejada por plenipotenciarios,
como diría Bolívar en la convocatoria al congreso, que discuten diversas
políticas de integración regional para enfrentar las amenazas externas y para
aunar esfuerzos en materia económica y de desarrollo. Hay un cambio
paradigmático del paso del Mercosur a la UNASUR donde a demás de una
cooperación se busca un proyecto latinoamericano en común, como Chávez suele
citar se busca generar una: Televisora del sur, un banco del sur y hasta una
universidad del sur. Ambos proyectos buscaban insertar en la praxis política un
ideal utópico: la unidad latinoamericana.
Conclusión
Los discursos latinoamericanistas han existido desde hace
más de 200 años mas lo que lo hace particularmente específico al de nuestros
tiempos es la conjunción del intelectual con el político. En la figura
creciente de Hugo Chávez, se da en el imaginario colectivo, la vuelta a la figura
de Simón Bolívar. Durante decenios el discurso latinoamericanista había sido
sostenido por intelectuales y políticos que en pocos casos ocuparon posiciones
centrales en el aparato estatal (De Arnoux 2008: 46). En estos tiempos – que
además coinciden simbólicamente con el bicentenario de aquellas gestas
emancipadoras - por primera veces diversas lideres de los países
latinoamericanos, desde Chávez pasando por Lula, los Kirchner o Evo Morales –
tan solo para citar los ejemplos más paradigmáticos – han hecho propio en el
discurso y en la praxis política los principios latinoamericanistas. Bregando
por una consolidación de la unión política y económica de la región, y
resignificando a las figuras y las grandes empresas del pasado como
unificadores de una historia y un futuro en común. En este contexto son los
textos y la propia biografía de Simón Bolívar las que sirven primordialmente
como elemento legitimador y fundacional del actuar proyecto.
Es Walter Benjamin en su segunda tesis sobre el concepto
de historia que habla sobre la "débil fuerza mesiánica" que trae el
pasado y la responsabilidad que tiene el presente con su historia. Aquella
débil fuerza mesiánica, es utilizada conceptualmente por el discurso
latinoamericanista como el legitimador de su empresa. Aquella brecha abierta
hace doscientos años todavía no ha cerrado, el pasado esta inconcluso y es
menester del presente darle un cierre a aquel pasado que nos convoca.
Parafraseando en este contexto a Pablo Neruda en su famoso Canto a Bolívar
decimos: Bolívar despierta cada cien años cuando despiertan los pueblos. Hoy
día, los discursos y los escritos de Simón Bolívar, están siendo apropiados en
pos de un proyecto latinoamericanista que no dista mucho de ser el propio de
Bolívar mas se diferencia en su agregado "socialista" o, como
podríamos decir de izquierda (especialmente al tono antiimperialista del
latinoamericanismo actual). Más allá de estas diferencias podemos encontrar
grandes semejanzas entre ambos proyectos políticos. El primero y fundamental es
la ruptura con el status quo y el segundo, y más importante, es la concepción
que dio origen a una vasta literatura en los últimos doscientos años, es la
necesidad de la consolidación de una unión latinoamericana en materia política
y económica. Concluimos con una cita de Bolívar, en su Discurso de Angostura,
que encierra lo que podríamos decir, es el mayor vaso comunicante, entre ambos
proyectos emancipadores: "El hombre, al perder la libertad, decía
Homero, pierde la mitad de su espíritu." (Escritos Políticos 2001:43)
Bibliografía
- Walter Benjamin, Tesis sobre el concepto de Historia [1940]
- Simon Bolivar, Escritos políticos y sociales. [Buenos Aires,
2001]
- Elvira Narvaja de Arnoux, El discurso latinoamericanista de Hugo
Chávez. Editorial Biblos. Buenos Aires, 2008.
- Arturo Andrés Roig, Bolivarismo
y filosofía latinoamericana. FLACSO Editores. Ecuador, 1984.
- Pierre Vayssiere, Simón Bolívar, el sueño Americano. Editorial
el ateneo. Buenos Aires, 2008.
[1] En otra parte del Canto,
por ejemplo, recuerda a Bolívar trayendo a colación su gran ilusión y su
proyecto político entonando los siguientes versos: “¡Oh pueblos que formáis
un pueblo solo y una familia y todos son mis hijos! (…)
Vuestra fuerza es la unión. Unión, oh pueblos, para ser libres y jamás
vencidos.”
[2] El cronotopo Bolivariano es caracterizado por
Elvira Narvaja de Arnoux como el tiempo de la revolución y la independencia
latinoamericana, abierto hace más de dos siglos, en un espacio continental a
reconstruir (De Arnoux 2008, Pág. 61).
[3] Remite a un espacio de regularidades
generadas de discursividad como a un molde que permite dar forma discursiva a
datos diversos e, incluso, funcionar como grilla interpretativa de lo social.
(De Arnoux 2008, Pág. 42)
[4] Bolívar escribía en
1825: "Y nuestra federación americana no puede subsistir si no la toma
bajo su protección Inglaterra" (Escritos Políticos 2001:76)
[5] "No sólo los europeos, pero hasta nuestros hermanos del
norte se han mantenido inmóviles espectadores de esta contienda […]"
(Carta de Jamaica. Escritos Políticos 2001:23)
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