viernes, 20 de mayo de 2011

La paz dentro de tantas admoniciones

Parashat Bejukotai cierra el libro de vaikra, el Levitico. Es una extraña parashá donde lo que más sobresalta son las tojejot, las amonestaciones y los castigos, que, eventualmente, recibirá el pueblo de Israel por apartarse de las Leyes y preceptos Divinos. Pero antes de una lista inmensa de castigos y de consecuencias por nuestros "desvíos" hay unos breves versículos que nos relatan sobre las bendiciones que habremos de recibir en la tierra de Israel si nos dirijimos a D´s según sus mandamientos (Lev 26:3).

D´s dará lluvia y nuestras tierras producirán con abundancia. Comeremos nuestro pan hasta saciarnos y habitaremos en nuestra tierra con seguridad. Y termina estas bendiciones con: Daré paz en la tierra; dormiréis, y no habrá quien os espante. Haré desaparecer las fieras dañinas de vuestra tierra, y la espada no pasará por vuestro país. (Lev 26:6). Ahí se encuentra la mayor de las bendiciones la Paz. Rashi, el gran comentarista francés del siglo XI, así comenta este versículo:

ונתתי שלום - שמא תאמרו הרי מאכל והרי משתה, אם אין שלום אין כלום, תלמוד לומר אחר כל זאת ונתתי שלום בארץ, מכאן שהשלום שקול כנגד הכל. וכן הוא אומר עושה שלום ובורא את הכל:

Por si ustedes dicen: "aquí hay alimento y bebida, pero si no hay paz no hay nada". Por este motivo el versículo declara "Y les daré paz en la tierra” De aquí aprendemos que la paz es equivalente a todo lo demás. Es por esto que la escritura (Yeshaiau 45:7) dice "Él hace la paz y crea todo".

La paz es la mayor de las bendiciones, es la que culmina todo nuestro trabajo. La paz es el anhelo sempiterno de la liturgia judía. Cuando decimos al concluir nuestros servicios de cada día en el Aleinu “letaken olam vemaljut shadai”, reparar al mundo bajo el reino de D´s, estamos afirmando la búsqueda de la paz. El mundo solo va a estar reparado una vez que exista paz, sin ella nada más importa. La paz, shalom, en hebreo proviene de la raíz SHLM que significa completitud. La completitud del ser y de la existencia. La paz con uno mismo, con sus hermanos y con el mundo como un todo.

Kant habló en sus tiempos de la paz perpetua como futuro “proyecto” de las relaciones internacionales. Mucho tiempo antes nuestros maestros talmúdicos afirmaron que el mashiaj solo habría de venir para coronar y perpetuar la paz. El mashiaj no viene a traer la paz al mundo sino que viene a darle un sello, a perpetuarla. Es por este motivo que la etimología que algunos sugieren para la palabra paciencia me inquieta un poco. Algunos dicen que la misma se conforma de la palabra paz más ciencia, o sea, la paciencia vendía a ser la ciencia de la paz. Nuestra tradición nos enseña que la paz no se contempla sino que se busca. Nuestros maestros nos llaman a ser como los alumnos de Aharon que aman la paz y la persiguen, rodef shalom. Estamos compelidos en cada generación a perseguir la paz.

Rashi (que extrae su comentario de la Sifra) con su perspicacia nos muestra que sin la paz todo lo demás carece de sentido. Haciéndome eco de lo sucedido las últimas semanas en Israel no puedo dejar de reflexionar sobre este versículo. Hace 2 semanas festejamos los 63 años de la existencia de Israel. 63 años de crecimiento, de esperanzas y de progreso. Toda la riqueza, la abundancia, la tecnología, la cultura y todo lo que Israel pueda lograr carece de sentido si no consigue la paz. La plenitud de nuestro Estado sólo llegará el día que encuentre la paz. Únicamente cuando árabes y judíos puedan vivir como hermanos todo lo que supieron, nuestros hermanos, conseguir frente a la adversidad recobrará sentido.

Nuestros antepasados soñaron con Israel, nosotros lo vivimos. Quiera D´s que nuestros hijos no tengan que soñar con la paz, sino vivirla.

Shabat Shalom umeboraj

Twitter: @urielromano