martes, 16 de noviembre de 2010

Monoteísmo e intolerancia

El monoteísmo es intolerante por naturaleza. Así nos enseñó un profesor de historia. La lógica y la propia historia de la humanidad justificaban semejante sentencia. Es un lugar común decir que el monoteísmo comenzó con los judíos, luego le siguieron los cristianos y finalmente para el siglo VII se sumó la tercera gran religión monoteísta, los musulmanes. ¿Que es el monoteísmo? La creencia exclusiva en un solo D´s. Aunque ya desde la baja edad media hay muchos que dicen que el cristianismo no es esencialmente monoteísta por su famosa tríada (Padre, hijo y espíritu santo), pero vamos a dejar este pormenor de lado.

La novedad del monoteísmo, que había comenzado en Egipto en el siglo XIV a.e.c pero que se termina de consolidar en el reino de Iehuda (Judea) en el siglo VI a.e.c. fue que traía una concepción del mundo diametralmente opuesta al de la inmensa mayoría de las naciones de la Mesopotamia y de todo el mundo "conocido". No existen diferentes dioses. No hay dioses locales. No hay diversos dioses por cada fenómeno de la naturaleza. No hay politeísmo. Hay un solo D´s que no se puede representar, que fue que es y que será.

Ahora que ya definimos estos conceptos volvamos a lo que dio origen a este pequeño texto: El monoteísmo es intolerante por naturaleza. Si no acepto que hay diferentes dioses, que cada uno tiene dominio sobre un territorio particular o sobre un astro especifico, estoy presuponiendo la diversidad. Puede haber diferentes graduaciones de dioses pero todos dioses al fin. El politeísmo, en términos modernos, se mueve en el orden de la pluralidad. El politeísmo por naturaleza es plural. En cuanto se erige una religión que expresa tener un D´s único y universal anula todo tipo de pluralidad. Si mi D´s es el verdadero, el tuyo necesariamente es falso. Ya no puedo aceptar de manera natural la diversidad. O por lo menos así lo sostiene la lógica como pudimos ver y en muchos casos también lo demuestra la historia.

Los judíos por más que hayan querido (no tenemos referencias de esto) no pudieron conquistar o llevar a la practica este afán de dominio mundial. Los primeros que intentaron hacerlo fueron los cristianos y más específicamente la Iglesia católica apostólica romana. El imperio romano ya había sentado las bases para esta dominación, como enseña Bakunin, conquistando casi todo el mundo conocido y derribando todos los altares locales esparcidos por Europa. Primero fueron las incursiones en la media edad media al norte africano y luego el hito fundante de la intolerancia monoteísta, las diversas cruzadas. Luego llego la inquisición, la conquista de América y las conversiones forzosas de la población nativa.

Los musulmanes que durante la edad media supieron ser mucho más tolerantes que los cristianos con respecto a otras religiones y pueblos, en el siglo XX comenzaron a dar cuenta de la intolerancia monoteísta. En respuesta a la descolonización europea en África, sumando al imperialismo estadounidense y a la creación del Estado de Israel y a tantos otros factores, el fundamentalismo musulmán comenzó a declarar su empresa de conquistar y recuperar todo territorio que alguna vez halla estado bajo manos musulmanes. Y en su retórica se comenzó a escuchar con más frecuencia la palabra herejes en relación al mundo occidental.

El judaísmo no queda exento de estas categorizaciones. Por un lado desde el siglo XIX se levantaron movimientos fundamentalistas que se erigen como los únicos que tienen la verdad en la interpretación de las escrituras. Y en Israel muchos grupos de la derecha radical, fanáticos e integristas, esgrimen que Israel tiene derecho divino a conquistar todo el territorio que en la Biblia D´s le entrega al pueblo de Israel. A colación del fundamentalismo judío vale recordar aquel "Rabino" que en los años ochenta, si mal no recuerdo, intentó inmolarse en la mezquita. O aquel famoso "hombre" que entro a los territorios y comenzó a disparar a mansalva contra los habitantes palestinos.

Y así entramos al siglo XXI. El de las democracias y el de la pluralidad. Con judíos, cristianos (tanto católicos como protestantes) y musulmanes con nociones fundamentalistas. Cabe aclarar que aquí estoy hablando en términos generales, no de individuos particulares que gracias a D´s lejos están de pensar como algunos pocos o muchos, depende el caso, de sus correligionarios. Volviendo al tema. Nos encontramos con cada vez más fundamentalistas que creen que su verdad es única. Y si hay una única verdad todo lo demás es mentira. Al parecer es verdad que el monoteísmo por naturaleza es inevitable.

Yo soy de los que cree que no. Puede llegar a serlo pero no esta obligado a sucumbir. El siglo XXI se nos presenta con la oportunidad de desterrar de una vez por todas la falacia de que todos somos iguales. Todos somos diferentes. La pluralidad es la tendencia que marca, o debería marcar, nuestros próximos decenios. La aceptación de la diferencia, el respeto mutuo y el conocimiento "el otro" deberían ser nuestros parámetros. Y comprendo que el monoteísmo no debe someterse a aquellos integristas e intolerantes que puede haber en su interior.

El monoteísmo todavía tiene algo que aportar a este mundo plural. El monoteísmo es universal, pero es un universal donde los particulares pueden encontrarse. Ya desde la misma biblia se nos relata que todas las naciones (las conocidas o "relevantes") de aquel entonces nacen de Noe y sus tres hijos. Y todos ellos son hijos de D´s. No hay distinciones entre los negros, los griegos o los semitas. Por otro lado es el profeta Isaías quien enseña que al final de los días el templo de Jerusalém será una casa de adoración para todas las naciones.

Tiempo después en el Talmud enseña Rabi Akiva que la enseñanza más importante de toda la Tora (Antiguo testamento) es amar al otro como a uno mismo. Y el otro no son los judíos, como algunos comentaristas medievales trataron de señalar, el otro es el diferente, el que no es como yo. El tratado talmúdico de Sanedrín nos enseña, el mundo fue creado de un solo hombre para que no podamos decir "Mi padre es más grande que el tuyo", todos tenemos un mismo origen.

Mi verdad no anula tu verdad. La verdad de unos no anula la verdad de los otros. ¿Por qué? Porque en un mundo donde reine la pluralidad no hay verdades. Hay certezas, hay dudas, hay afirmaciones, hay creencias; pero no Verdades con mayúsculas. La mayor amenaza de nuestro siglo es que se erija alguien o algunos diciendo tener aquella verdad con V mayúscula. Ya sufrimos a Stalin, Hitler, Mussolini y otros tantos. Los intolerantes monoteístas fueron menos conocidos, pero los hubo y los hay. Ya la ciencia ha demostrado que no existen verdades, existen teorías más falibles y menos falibles. Pero ya nadie se puede atribuir la verdad absoluta. Hay certezas y estas tienen que ver con acertar. Y en todo intento de acierto uno puede errar.

El monoteísmo puede ser plural. Y es más el primer pacto de la Biblia el que hace D´s con Noe y con toda la humanidad es el símbolo de la pluralidad. Luego del diluvio D´s promete nunca más destruir su creación y el recordatorio que él mismo se da es el arco iris. El arco iris y la diversidad de sus colores son hoy símbolo de la bandera gay o de los pueblos originarios, entre otras cosas. Cuando veamos salir el arco iris recordemos que ese es el pacto de la pluralidad.

Mirando el arco Iris

La naturaleza es sorprendente. Colores, aromas, formas, texturas; todo se encuentra a nuestra disposición. Pero ¿Que tal si detrás de cada elemento de la naturaleza se escondiese un mensaje? Cuando el primer hombre fue creado, Adam, se encontraba solo frente a la vastedad de la tierra. El era único (en todo sentido) frente a la multiplicidad y a la pluralidad de la naturaleza. La naturaleza es tempestuosa, despampanante, majestuosa; es todo aquello que el hombre sea capaz de describir.

Sin duda cada uno de nosotros tiene un “objeto” de la naturaleza que prefiere por sobre otro. Para alguno será alguna flor por su aroma y textura, para otros la tempestad del mar, para otros la sensación del sol cuando nos abriga. En la Parashat Noaj que leemos esta semana también hay un elemento de la naturaleza que sobresale por sobre los otros. Antes de continuar leyendo, quien conoce un poco la historia de Noaj y del diluvio puede asegurar que ese elemento será el... por supuesto, el agua. Pero no. El agua es tan solo una parte, necesaria pero no exclusiva, del elemento central de está parasha. Estoy hablando del Arco Iris, en hebreo Keshet.

Repasemos la historia de Noaj en 2 lineas. Diez generaciones luego de Adam, la tierra se corrompe y D´s decide destruir su propia creación; pero para asegurar la continuidad a la vida le pide a Noaj (un hombre justo de aquella generación) que lleve a su esposa, hijos, las esposas de sus hijos y algunas parejas de animales a un Teba (arca) para resguardarse del diluvio que azotará al mundo. Noaj cumple y D´s también. Al cabo de unos meses los únicos seres vivos eran los que estaban en la Teba. Me pase de las dos lineas pero por poquito. Y ahora llega el momento del Arco Iris.

La Tora nos relata que D´s realiza un nuevo pacto con Noaj: " Y en cuanto a Mí, he aquí que establezco Mi pacto con ustedes, y con su descendencia después de ustedes.” (Bereshit 9:9) Este es el primer pacto de la Tora. Y este Brit (pacto) tiene una señal: “Y el arco Iris estará en la nube, y lo veré para recordar el pacto perpetuo entre D´s y todo ser viviente.” (Ibíd 9:16). El elemento, dentro de la pluralidad y vastedad de la naturaleza, que elige D´s para sellar el pacto, es el Arco Iris. Un elemento que se forma con dos elementos básicos que nos dan vida (pero que también pueden quitarla). El sol que nos abriga y nos nutre, y el agua que es la fuente misma de la vida.

Pero el Keshet tiene una característica más, al igual que este pacto. Este pacto no es con el pueblo de Israel, este pacto es con la humanidad, kol nefesh jaia señala la Tora. El pueblo de Israel ya va a tener tiempo para pactar con D´s (luego con la entrega de la Tora y posteriormente en el monte Moab en los últimos días de la vida de Moshe). Este pacto es con todo lo que fue creado. Y como todo lo creado es plural, es diverso, así también es el Arco Iris.

En esos días que llueve pero que el sol está presente sucede algo maravilloso; lineas de colores se dibujan en el cielo. Grandes y chicos nos quedamos viendo aquel hermoso espectáculo de la naturaleza. Pero detrás de esos colores y su brillo se esconde un mensaje, se esconde un pacto. El Keshet está para recordarle a D´s su pacto con la vida, y a los hombres para recordalres que la vida es diversa. El Arco iris es pluralidad. El arco iris sale de vez en cuando para hacernos abrir los ojos y ver en cada uno de esos colores una expresión de vida, una nación diferente, una creencia religiosa diferente, un modo de vivir diferente. Y el Arco Iris nos muestra que de vez en cuando diversas etnias, naciones, religiones y hombres pueden entenderse y aparecer unidos para darle a toda la humanidad un espectáculo único.

Iehi Ratzon miLefaneja, Sea Su voluntad que podamos ver Arco Iris más seguido, más duraderos, con más colores y con más vida.

lunes, 27 de septiembre de 2010

Bienvenidos al juicio

Los jueves papa solía volver a casa enardecido por el fin de la semana de trabajo en el comercio, se quitaba el saco insultando a sus clientes denostando a la competencia a oídos del perchero. Entonces se aprestaba a cenar, y a presidir el tribunal semanal de la familia Halperin. El duro negocio de las telas trastornaba a papa y cada noche al llegar a casa, empapado de los sucesos del día, nos encontraba unidos a las fuerzas del mundo que le amargaban la vida. No bastaba con su destino, ser un comerciante judío en los años treinta en Polonia. No bastaba con su conciencia, que lo obligaba a conducirse correctamente en un mundo torcido. Ahí estábamos también nosotros. Noche a noche mamá le detallaba nuestras faltas, y él absorbía sus palabras silenciosamente, con una especie de fraguada paciencia. Los jueves a la noche estaban destinados a la compensación, al castigo.

Los jueves a la noche, papá se sentaba festivamente a la gran mesa del comedor y establecía allí su tribunal. Exigía que la mesa se cubra con mantel blanco. Mamá le traía la biblia, el código de comercio y otro libro grande y amarillento, con las puntas forradas en cuero. Ella hacía las veces de fiscal y testigo, aunque si el tono del juicio se tornaba severo, inmediatamente tomaba el rol del defensor. Introducía la cena en medio de los trámites del juicio, pero papá, sometiéndose a ella y deshaciéndose de su influjo a la vez, dirigía el tribunal con todo rigor, sin dejarse tentar por los manjares.

El procedimiento era sencillo. Papá buceaba en su memoria y extraía alguno de los pecados presentados en el transcurso de la semana, mientras él está totalmente absorbido por las tardanzas en el abastecimiento del negocio, o por algún competidor que planeaba robarle algún cliente bajo sus narices. Con voz clara detallaba largamente lo acontecido, tal como se la había informado, sorprendiéndonos una vez más con la fidelidad de su oído, oculta tras su rostro adusto, cansado, aburrido. Una vez finalizada la lectura de la acusación, se le pedía a mamá que corroborara lo dicho con un movimiento de cabeza o con un suspiro, y el acusado era invitado a presentar los argumentos en su defensa. (Postal de Waldze de Amir Gutfreund)

Si pasaron 5771 de la creación eso significa que estamos en el juicio número 5770 del ser humano. Ahora es el momento de que cada uno haga su propia cuenta, es sencilla. Resten a su edad un Rosh Hashana, y eso les va a dar la cantidad de veces que fueron llamados al juicio. Sean todos bienvenidos a un nuevo juicio. Ahora si yo les preguntase ¿Cómo les fue en los juicios anteriores? Muchos me van a mirar con cara de sorprendidos sin entender mucho lo que está pasando. Si les pregunto ¿Por qué fueron llamados a juicio? Cada uno mirará al de al lado sin comprender mucho la pregunta. No me atrevo ni a preguntar ¿Quién fue el juez, quienes fueron los testigos, etc.? Seguramente a esa altura ya estarán sospechando que padezco de algún tipo de locura transitoria o permanente.

Creo que todo esto, el cuento, y esta introducción merece una explicación. Rosh Hashana, para la tradición de Israel, no es un simple cambio en las agendas un simple año nuevo. No lo celebramos con fuegos artificiales o grandes espectáculos. Lo festejamos todos en un juicio. Rosh Hashana es el día en que la existencia, los seres humanos, somos llamados a rendir cuentas. Es un juicio diferente al que quizás muchos de nosotros vivimos alguna vez o lo vimos en una película. Aquí no vemos al juez, no sabemos exactamente cuáles son nuestras imputaciones y por un tiempo largo no conocemos cual será nuestro veredicto. Pero aquí estamos en un nuevo Rosh Hashana, compartiendo en comunidad un nuevo juicio.

Me parece que todavía esta explicación necesita una nueva explicación. Según la tradición de Israel en cuatro momentos del año el mundo es juzgado. En Pesaj, por ejemplo, se determina como serán las cosechas, en Shavuot como crecerán los arboles, en Sucot como serán las lluvias, y en Rosh Hashana cuál será el destino del hombre. Por eso les digo que este es el Iom Hadin, el día del juicio.

Está primera noche de Rosh Hashana quiero proponerles pensar acerca de este juicio. La primer pregunta que me surge es ¿Cómo es el juicio? Y la Mishna (Rosh Hashana 1:2) nos da una respuesta. Allí se cuenta: כל באי עולם עוברין לפניו כבני מרון,, todos los seres humanos pasan delante de Él como un rebaño. En el día de hoy todos pasamos frente al Creador como un rebaño. Según nos relata el Talmud, comentando este hecho, D´s hace de pastor e invita a pasar a cada uno de los miembros de su rebaño por una pequeña puerta, donde no entran dos a la par sino uno a uno van pasando.

Esta noche cada uno de nosotros individualmente vamos pasando delante de D´s. En este juicio nos encontramos solos delante del Eterno. Como parte de Su creación nos paramos ante Él en este nuevo Rosh Hashana para rendir cuentas por nuestros actos. Nos paramos ante Él esperando un juicio favorable. Pero lo más importantes, en este juicio estamos solos. Si miramos a nuestros costados veremos a mucha gente, a muchos de nuestros amigos y familiares. Con ellos compartimos la Tefila y seguramente en unos minutos compartiremos una cena de Rosh Hashana; pero en el juicio nos encontramos solos frente a D´s.

En este día, Iom Hadin, las modas, las tendencias, lo que otros opinen, lo que otros hagan o lo que otros piensen no es relevante. En este día cada uno de nosotros debe valerse por uno mismo. Este es el día para preguntarnos ¿Quiénes somos? Es un día donde no podemos definirnos por el otro, como parecido a ese o en contraposición a aquel otro. En este día debemos bucear en nuestro interior y preguntarnos ¿Mi Ani? ¿Quién soy?

En este día del juicio somos como “Kbnei Marom”, como ovejas que pasamos cada uno delante de D´s. La unicidad es la palabra del día. Cada uno de nosotros, hoy, más que nunca, es un ser único frente al Creador. Es un día que en el cual nos preguntamos: Ma jovati beolamo? ¿Cuál es mi función en el mundo? Donde estoy y hacia adonde quiero ir. Es el día de las preguntas. Es un día en que somos juzgados y a la vez nosotros nos juzgamos.

En este día, rememorando la creación del primer hombre, Adam, nos volvemos a concretar con su ser y su realidad. Pensamos en Adam en el momento de su creación en aquel sexto día de la creación cuando se encontraba solo en el universo. Solo en la infinitud de la tierra. Solo entre las miles de especies que habitaban sobre la tierra. Solo entre los miles de aromas que emanaban de cada flor y de cada pétalo. Solo ante la inmensidad de la creación. Todo era múltiple, todo era diverso, pero él se encontraba solo. Ni siquiera Java había sido creada. Pero como enseñan nuestros sabios, todo ese mundo hubiese sido creado por un solo hombre. Todo el mundo hubiese sido creado para Adam.

Bishbili nibra Haolam, por mí el mundo fue creado, reza un famoso pasaje del Talmud. La inmensidad de la existencia fue creada para cada uno de nosotros. La existencia vale por una sola persona, por una sola persona que se dé cuenta de su lugar en el mundo. El hombre debe darse cuenta de su potencial. Cada uno de nosotros debemos percatarnos y asumir con amor, y como un desafío, la idea de comprender que por cada uno de nosotros el mundo fue creado.

Por todo esto somos llamados individualmente en el juicio ante el Creador. En este Rosh Hashana debemos intentar, una vez más, encontrarnos a nosotros mismos. Mirarnos como si nos estuviésemos viendo en un espejo infinito donde solo se refleja nuestra imagen. ¿Qué es lo que esa imagen me dice? ¿Cómo me veo frente a mi mismo? Como enseña un famoso cuento jasidico. Cuando Rabi Susyia ascendió a los cielos, enseñan nuestros maestros, no le preguntaron por qué no fue como Moshe, le preguntaron por qué no fue Rabi Susyia.

Pero volviendo al Talmud, y a como se nos relata allí el juicio de Rosh Hashana, se nos dice algo más. Todos pasamos Kibnei Marom, como un rebaño, uno a uno delante de D´s; pero a su vez D´s nos evalua Veskirat Ejad, con una sola mirada. Cada uno de nosotros es juzgado individualmente, de a uno a la vez, pero todos somos juzgados con “una sola y única mirada”. Al parecer acá nos encontramos con una contradicción. Cómo puede ser que D´s nos evalué en nuestra particularidad pero de manera general. Por generaciones nuestros maestros trataron de resolver esta aparente contradicción o esta ambivalencia en el texto talmúdico.

Uno de nuestros maestros dio con una respuesta que me parece muy acertada en cuanto a este relato. El nos dice que veSkirat Ejad, con una sola mirada se refiere a como D´s evalúa nuestros propios actos reflejados en el resto. Como nuestra particularidad repercute, para bien o para mal en los otros. Son como dos etapas del juicio. La primera, en la que somos evaluados por nuestras acciones, nuestros yerros y nuestros aciertos. La segunda, en cómo cada uno de nuestras acciones afectaron a los otros y al mundo, al conjunto, a la unidad.

Al parecer, así es el juicio, o así es como lo imaginaron con profunda devoción nuestros maestros. Un juicio que nos evalúa como seres únicos, pero como seres humanos que vivimos con el otro. Como judíos por nuestras propias realidades, pero como comunidad por nuestro deber hacia el otro. En este juicio D´s es el juez, y sus Ángeles los que le dictan los desaciertos y los logros de cada uno de nosotros durante el año que pasó. Cuenta nuestra tradición que D´s tiene frente a sí en este día del juicio tres libros. El primero el libro de los Reshaim, el libro de los malvados. Luego está el libro de los Tzadikim, el libro de los justos. Pero hay un tercero, que es donde nuestros maestros dicen que se encuentra la gran mayoría de la humanidad, en el libro de los beinonim, el libro de los intermedios.

¿Por qué el libro de los intermedios? Porque así es la naturaleza del hombre. El hombre vive su vida entre extremos, y sabe que en la mayoría de los casos el siempre estará en el centro. El centro como camino y como destino. El centro que me permite balancearme entre mis costados, conocer que hay para cada lado y volver al camino. Somos eso, equilibrio y mayoría. No hay absolutos ni debería haber extremos cuando hablamos de nuestras vidas. Todos cometemos errores, todos pecamos, todos fuimos indulgentes; pero también, todos amamos, todos aprendimos, todos soñamos. Lo más importante es hacia donde se inclina nuestra balanza personal. No debemos ser demasiado exigentes con nosotros mismos y castigarnos por cada una de nuestras faltas. Pero tampoco debemos ser tan laxos de olvidar de juzgarnos a nosotros mismos e intentar torcer la balanza para el bien, el amor, la Tora, D´s, el prójimo, la ética.

Hoy hablamos sobre el juicio, el juicio Divino en este día de Ros Hashana. Pero para concluir quiero traer una enseñanza de nuestros grandes maestros. Ellos nos enseñan: Im iesh din lemata, ein din lemala. – Si hay juicio abajo, no hay juicio arriba - . Así es como funciona el juicio del hombre. No con uno sino con dos juicios. El primero, y quizás el más importante, es el juicio que me prepara a mi para el juicio de Rosh Hashana. Es el juicio que cada uno es su propio juez, fiscal y abogado defensor. Es el juicio más complicado de todos, es el juicio donde debemos ser nosotros mismos quienes evaluemos nuestros actos en el año que finaliza. Es el juicio donde debemos acusarnos a nosotros mismos por los daños que le hemos cometido a otros e intentar repararlos. Es el juicio donde debemos reflexionar por nosotros mismos sobre nuestro andar para así evitar el juicio divino. No debemos esperar al juicio Divino y su decisión, somos nosotros los responsables y quienes podemos torcer el veredicto. Pero, y esto es lo más difícil, no depende de nadie más que de nosotros. Si hay juicio en la tierra, no hay juicio en los cielos.

Iehi Razton milefaneja, Sea tu Voluntad, Adonai Eloienu veloehi Aboteinu, D´s nuestro y de nuestros padres, que tengamos la fuerza pare enfrentarnos en el juicio de cada día.

Le Shana Tova Tijatebu veTejatemu. Por un año bueno en el cual seamos inscriptos y rubricados en el libro de la Vida, de la felicidad y del amor.

El número 3

א,ב שמעון הצדיק היה משיירי אנשי כנסת הגדולה. הוא היה אומר, על שלושה דברים העולם עומד--על התורה, ועל העבודה, ועל גמילות החסדים.

Shimon el justo solía decir: El mundo se alza sobre tres pilares; por la Tora, por la Avoda y por Gemilut jasadim. La Tora es la Ley y el camino. La Avoda es la Tefila y el trabajo espiritual. Y Gemilut jasadim es la bondad y las buenas acciones.

Al judaísmo le gustan los números. A los cabalistas más que a nadie. A todo le ponen un número, luego los suman, los restan y les da la palabra que estaban buscando. Pero sin lugar a dudas el judaísmo en todas sus facetas y expresiones está muy interesada en los números. Desde la Tora hasta nuestros días en cada momento de nuestras vidas judías los números aparecen una y otra vez. Pero hay otra cuestión importante sobre los números. Muchas veces los números más importantes se repiten. Y en esta noche voy a repetir muchas veces algún que otro número y alguna que otra palabra. En primer lugar porque a los judíos desde ya hace mucho tiempo nos gusta repetir las cosas, como forma de aprender y memorizar, pero también como cierta vez nos enseño un profesor cuando escuchamos una charla retenemos un cuarto de la información, por lo cual las coas importantes voy a repetirlas cuatro veces.

Ven, ya empezamos con los números y todavía ni presente el tema. Ya vamos llegando. Volvamos a los números. Por ejemplo el número siete se repite en varias ocasiones. Los siete días de la creación, las siete semanas entre pesaj y shauvot, los siete brazos de la Menorá. El cuatro, que ya lo mencionamos recién, también se repite muchas veces y más en Pesaj. Las cuatro copas, los cuatro hijos, las cuatro preguntas del Ma nishtaná, las cuatro madres de Israel y así podríamos seguir. Otro número que se repite muchas veces es el cuarenta. Cuarenta días duró el diluvio, cuarenta años el pueblo de Israel vago en el desierto, cuarenta días estuvo Moshe en el monte Sinaí. En Rosh Hashana también tenemos un número, y es sobre este número que quiero concentrarme esta noche.

El número que elegí es el numero tres. Si nos ponemos a pensar este número esta en infinitos momentos y circunstancias de la vida judía. En la tradición judía el tres aparece en varias oportunidades. Los tres patriarcas Abraham, Itzjak y Iakov. Las tres matzot del seder de pesaj en representación a las tres “castas” de Israel, Cohen, Levi e Israel. Las tres tefilot diarias Shajarit, Minja y Arbit. Y así podríamos seguir y seguir. Pero luego de revisar las fuentes un poco pude ver que también en Rosh Hashana el número tres es muy significativo.

Vamos con el primero de los trios. Maljuiot, Zijronot y Shofarot. Hoy por la mañana en la tefila de Musaf escuchamos en tres momentos el sonido del Shofar. Cada uno de esos momentos estaba en relación con cada uno de estos tres conceptos centrales de Rosh Hashana. Maljuiot, Zijronot y Shofarot. Maljuiot significa reinos. Zijronot significa recuerdos. Y Shofarot significa shofarot. Cada uno de estos conceptos fueron elegidos por nuestros sabios de bendita memoria como elementos centrales de la liturgia de Rosh Hashana.

El primero de este trio es Maljuiot. En esta sección proclamamos el Reino de D´s. Nos volvemos humildes ante la inmensidad de D´s. Aquí aceptamos la soberanía de D´s en el mundo y sobre nuestras vidas. Entonamos el “alenu Leshabeaj”, aquel himno con el cual cerramos todas nuestras tefilot. Aquel himno que entonaban nuestros antepasados cuando eran llevados a la muerte por el simple hecho de ser judíos. Allí nuestros antepasados proclamaban con todas sus fuerzas la soberanía de D´s. Cuando mañana por la mañana entonemos nuevamente el Aleinu, tomemos conciencia de nuestro lugar en la existencia, de nuestro lugar en el Reino de D´s, un lugar privilegiado como hombres pero un lugar en el cual se nos exige compromiso y dedicación.

El segundo de elemento de este trío es Zijronot. Aquí evocamos a los recuerdos. A nuestros recuerdos y a los recuerdos del Eterno. Aclamamos y pedimos que seamos recordados para bien, que Él recuerde nuestras buenas acciones más que nuestros errores y trasgresiones. Los recuerdos son aquel motor de nuestra existencia, lo que nos conforma quienes somos hoy y quienes podemos ser. Los recuerdos son lo que determinan nuestra realidad y nos construyen. Los recuerdos son aquellas cosas que no podemos olvidar, son aquellas cosas que no debemos olvidar.

El tercero de los elementos es el Shofarot. Aquí recordamos como entre truenos y relámpagos entregaste Tu Tora a nuestros antepasados. Pero por sobre todo aquí afirmamos Tu promesa que le hiciste antaño a Tu pueblo y la humanidad. La promesa de que algún día llegaran los tiempos en que escucharemos el shofar y eso proclamará la llegada de los tiempos mesiánicos. Allí el sonido estridente del shofar nos anunciará que la promesa se ha cumplido. La promesa de no ver más alzarse espada contra espada, nación contra nación, ver al cordero pastando con el lobo se habrá cumplido. La promesa de un tiempo de paz se habrá realizado.

Este es el primero de los tríos que quería presentarles esta noche. Este trío se relaciona con los tres planos del tiempo. Con un pasado, con los recuerdos de Zijronot. Con un presente, proclamando la soberanía de D´s en Maljuiot y con un futuro, una promesa, al son de los Shofarot. De esta manera transcurre nuestra vida como judíos.

Con un pasado que evoca las acciones y las vivencias de nuestros antepasados. Con un pasado que nos carga de vitalidad, de historias, de conocimientos y recuerdos.

Con un presente que nos obliga a vivir nuestro día a día. Con un presente que nos llama a contribuir a nuestros judaísmo, a quedar ligados a esa tradición milenaria.

Con un futuro que es nuestro anhelo, nuestro objetivo. Con un futuro que permite construir nuestro presente aprendiendo del pasado.

Ahora el segundo de nuestros tríos. También elemento central de nuestra tefila en estos días de Rosh Hashana. Teshuva, Tefila y Tzedaka. Estos términos no puedo traducirlos asique vamos a tratar de develarlos. La teshuva, la tefila y la tzedaka según nuestros maestros atenúan la severidad del juicio. Los tres elementos se según nuestra tradición nos permiten “defendernos” en el juicio son la teshuva, la tefila y la tzedaka. Son las tres cosas que nos permiten atenuar el veredicto Divinio. En estos días de Rosh Hashana y de los Iamim Noraim hasta Iom Kipur son días para la teshuva, la tefila y la tzedaka. Tratemos de analizar y de pensar en cada uno de ellos.

La Teshuva es la reflexión, la respuesta, el regreso. La Teshuva es la vuelta a la Tora, a las mitzvot y a D´s. La Teshuva es el arrepentimiento por los errores que cometimos, por las veces que nos desviamos, por los pecados que cometimos y por las transgresiones que hicimos. La Teshuva es la vuelta al camino de la rectitud, al camino del bien, al camino de las mitzvot. Nuestros sabios nos enseñan que el hombre puede arrepentirse hasta el día mismo de su muerte, y un arrepentimiento verdadero permite una profunda expiación. En el pasado mes de Elul y en estos días de iamim Noraim la tradición nos invita a volcarnos a la teshuva, nos alerta que el juicio esta cerca y que debemos bucear en nuestro interior y arrepentirnos Be LevShalem, con todo nuestro corazón de los errores que trasgredimos. Debemos reencontrarnos con los caminos de la Tora, de las mitzvos y de D´s. Debemos reencontrarnos con D´s pero antes que eso, debemos reencontrarnos con nosotros mismos.

El segundo elemento que atenúa el juicio es la Tefila. La plegaria la elevamos en comunidad, pero como dijimos ayer, en estas tefilot nos encontramos solos ante el Eterno y ante nosotros mismos. La tefila con sus plegarías, sus salmos, sus bendiciones y sus poesías nos permite reencontrarnos con D´s pero por sobre todo con nosotros mismos. La tefila nos permite conectarnos con lo más intimo de nuestro ser. La tefila nos pregunta y re-pregunta, nos cuestiona y nos sacude. La tefila nos permite percatarnos de nuestra existencia, de nuestra finitud y de nuestras posibilidades, de nuestros errores y de nuestras virtudes. La tefila nos permite reencontrarnos con D´s pero previo a eso nos permite encontrarnos con nosotros mismos.

El tercero de estos tres elementos es la Tzedaka. De todas las mitzvot que tiene el pueblo de Israel la que nuestros sabios eligieron como elemento para atenuar el juicio es la Tzedaka. Quizás esto nos indique un poco más la importancia de esta mitzva. La Tzedaka no es tan solo caridad, es justicia, es justicia social. Es recomponer el orden de la existencia, es hacer al mundo un poco más justo, un poco más equilibrado. Es encontrarnos con el otro desde nuestra posibilidad. Es dar sin pedir nada a cambio. Es recibir sin saber a quién agradecer. La Tzedaka nos permite reencontrarnos con el otro, y en este encuentro re-encontrarnos a nosotros mismos.

La Teshuva, la tefila y la tzedaka atenúan la severidad del juicio. Pero estos tres elementos nos permiten también reencontrarnos con tres ejes de nuestra existencia. La Teshuva nos permite reencontrarnos con nosotros mismos, la tefila nos permite reencontrarnos con D´s y la Tzedaka nos permite reencontrarnos con los otros. Toda nuestra vida se basa en una red de encuentros y desencuentros con nosotros mismos, con D´s y con todos los que nos rodean. Quizás estos tres elementos son una insinuación a que en este día debemos también intentar reencontrarnos y rearmar nuestra red.

Como vimos el número tres se presenta ante nosotros con más intensidad en estos días que tal vez en cualquier otro momento del año. El tres es una excusa, un mero recurso. Lo más importante es la trascendencia de estos tríos. Estos dos conjuntos de tres nos marcan un camino. Nos marcan el camino de nuestra vida, nos marcan el camino de este nuevo año.

Cada uno de estos tríos nos constituyen en lo que hoy somos. Cada uno de nosotros transita cada uno de los diferentes planos de la existencia en cada momento y en cada lugar. Pero muchas veces no logramos percatarnos de eso, no logramos comprender donde estamos ni que somos.

Primero esta el pasado, el presente y el futuro. Los tres espacios del tiempo, las tres representaciones humanas de la historia humana. Luego tenemos los tres ejes por donde se cruzan infinidad de redes, de cortes y de encuentros, los tres elementos con los cuales nos relacionamos, Con D´s, con el otro y con nosotros.

א,יז [ רבן שמעון בן גמליאל אומר, על שלושה דברים העולם קיים--על הדין, ועל האמת, ועל השלום.

Rabí Shimon ben Gamlier decía: Por tres cosas existe el mundo; Por la justicia, por la verdad y por la paz.

Sea Tu voluntad D´s nuestro y de nuestros antepasados que este nuevo año que comienza podamos reencontrarnos con nuestro presente, siendo iluminados por el pasado y con la vista puesta en el futuro

Sea Tu voluntad D´s nuestro y de nuestros antepasados que este año que se renueva para nosotros sea un año de más encuentros, un año donde podamos encontrarnos a nosotros mismos, a los otros y a D´s.

Iehi Ratzon Milefaneja, Se tu voluntad, Adonai Elohienu veloei Aboteinu veimoteinu, D´s nuestro de nuestros padres y nuestras madres, Shetejadesh aleinu, que renueves para nosotros, Shana Tova, una año bueno im Teshuva, con arrepentidmieno, Im Tefila con oración Ve im Tzedaka y con justicia.

Shana Tova uMetuka!


domingo, 8 de agosto de 2010

Parashiot Ajarei Mot-Kedoshim

El Sefer Hajinuj enumera 79 mitzvot en las parashot que la tradición nos ordena leer esta semana; una gran cantidad para tan escasos capítulos. Al leerlas y estudiarlas nos enfrentamos a una compleja realidad. Las prescripciones de la Tora son tan lejanas, en algunos casos, y tan cercanas en otros. Las disposiciones de cómo el Kohen Hagadol debía expiar los pecados del pueblo de Israel no son siquiera concebibles en nuestros días. Pero a la vez las máximas de comportamiento social enumeradas a continuación de la parasha son tan presentes en nuestros días como hace 3000 años. Al parecer las costumbres y ritos pueden variar pero su contenido parece casi inmutable.

Pasemos ahora a estudiar y analizar un poco más en profundidad los versículos que vamos a leer este Shabat. Los versículos prescriptos para ser leídos este año son, quizás, el corazón de la Tora. Su eje cardinal. Pongámonos en contexto. Desde hace semanas y por las próximas semanas estaremos leyendo decenas de prescripciones para los Kohanim y en particular la realización de los korbanot. Dentro de ese mar de prescripciones totalmente ajenas a nuestro mundo encontramos algunos de los pasajes más trascendentes de nuestra tradición.

“Et mishpatai Taasu veet jukotai tishmereu lalejet bahem”, Cumplirás Mis preceptos y Mis leyes, para andar en ellos. (18:4) este extracto de uno de los primeros psukim que leeremos es quizás la presentación y la síntesis más sublime de los próximos versículos. El eje de esta parasha es la consagración del pueblo de Israel como un pueblo santo “Kedoshim Tiu ki Kadosh ani Adonai Eloeijem”, Santos serán porque Yo Adonai Soy Santo” (19:1) continua en uno de nuestros próximos psukim sentenciando la Tora. Las prescripciones que leeremos tienen como objetivo explicito, según lo explica Rashi (20:25), distinguirnos de entre las naciones que habitan nuestro mundo. Pero ¿Qué significa distinguirnos? ¿Por qué debemos ser diferentes?

Todos los intentos de explicación a estas preguntas deben ser abordadas comprendiendo la teología bíblica. Cuando en muchos pasajes de la Tora D´s se presenta ante Su pueblo como aquel que lo sacó de la tierra de mitzraim, explica Rashi, que así enfatiza ya que Egipto encarna la maldad y la perversión. D´s eligió al pueblo de Israel y el pueblo de Israel eligió a D´s. Y este pueblo elegido, o este pueblo que eligió, debe estar a la altura de las circunstancias. Debe ser un reflejo de D´s en la tierra. Debe ser el transmisor de Su palabra en este mundo. ¿Cómo? Empezando en primer término por su propia santidad; ocupándose de ser ellos mismos dignos de ser llamados “santos”.

El gran porcentaje de la Tora fue relatada primero a Moshe y luego él se la enseñó al pueblo de Israel, pero no así esta parasha. La parasha Kedoshim fue enseñada a todo Israel al mismo tiempo ya que contiene los máximos estándares de nuestro pueblo que debían ser comprendidos por todos a la par. Algunos de los psukim suenan y resuenan en nuestras mentes por lo cercanos que son a nosotros. Desde la simpleza de no maldecir a un sordo o no poner obstáculos delante de un ciego; pasando por la prohibición de quedarnos quietos ante la sangre de nuestro prójimo y concluyendo con que la justicia no ha de ser corrompida bajo ninguna regla; son algunas de las enseñanzas de la Tora en esta parasha.

Rashi nos enseña algo hermoso. ¿Por qué leemos juntas las prohibiciones de robar, de negar falsamente, de mentir y de jurar en falso? Porque según relatan nuestros sabios, sí uno roba seguramente tenga que negar algo, si niega algo su próximo paso es mentir y sí ya mintió es muy posible que jure en falso. Al parecer las transgresiones son una cadena y tal vez sea muy difícil una vez que comenzamos poder escaparnos de ellas. Por eso quizás las transgresiones más “superfluas que realizamos pueden con el tiempo llevarnos a límites que en un comienzo ni siquiera sospechábamos.

No podemos en esta oportunidad dejar de advertir lo que una vez Rabi Akiva dijo. En esta parasha se encuentra “Ha Klal gadol BaTora”, la regla más grande de la Tora. “Vehabta lereaja Camoja”, Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Quizás junto al Shema Israel los dos psukim más conocidos de la Tora. Pero ¿Qué significa verdaderamente amar al prójimo? ¿Cualquiera es un prójimo? Sobre esta cuestión los, exegetas, han discutido largamente. Ibn Ezra aduce que todos son nuestros prójimos menos los malvados. Otros y siguiendo la cronología del texto entienden que prójimo solo se refiere a otro judío. Hoy para nosotros ¿Quién es el prójimo? ¿De que manera debemos amarlo?

Concluyendo con esta invitación a estudiar y a analizar nuestra parasha quisiera concluir con uno de los psukim finales de nuestra parasha. La Tora sentencia todas estas mitzvot diciendo “Shelo lalejet beJukot haGoim”, para que no andes en las leyes de los pueblos. A mi entender, con mi lectura actual de este texto, no puedo comprenderlo como que nuestro pueblo esta condenado a vivir separado del resto de las naciones. Más bien como una invitación a la santidad. Una invitación, a través de las mitzvot, a elevarnos sobre la vanidad y lo pashut (simple). Las mitzvot no tienen como objetivo separarnos del mundo en el cual vivimos, si no, más bien, permitirnos vivir en este mundo adoptando lo bueno de él y permitiéndonos recubrirnos de todo lo que impurifica nuestras vidas.

Shabat Shalom!

Parashat Balak

Palabras y profetas

Adonai Sfatai tiftaj, ufi iagid teilateja – D´s, abre mis labios para que mi boca relate Tu Alabanza

Balak, rey de moab, tenía miedo del pueblo de Israel por todas las victorias militares que había conseguido el pueblo tal como se relatan en la Parashat Jukat. Manda a llamar a Bilam ben Peor para que maldiga a este pueblo (porque aquel que tu bendices, bendito es, y aquel que tu maldices, maldito es. Bamidbar 22:6). Al parecer Bilam consulta con D´s que debe hacer, y D´s le dice que no puede maldecir al pueblo de Israel ya que bendito es. Finalmente Bilam es convencido por los emisarios de Balak de ir junto a ellos, pero D´s le advierte que vaya mas solo podrá decir lo que Él le ordene decir. Bilam, ahora junto a Balak, le ordena que prepare siete altares y allí ofrecen sacrificios, luego Bilam escucha nuevamente la palabra del Eterno y se la trasmite a Balak. Balak se enoja porque en vez de maldecir a Israel Bilam “los ha llenado de bendiciones” (23:11). Bilam volvió a insistir que solo lo que el D´s le diga, él podrá decir. Balak, ofuscado, le dice que quizás desde otro lugar, desde otro monte va a poder maldecir al pueblo. Bilam lo acompaña. Pero lo mismo volvió a ocurrir en este segundo sitio. Bilam solo bendecía. Obtuso seguía Balak que le pide a Bilam que desde otro monte intente maldecir nuevamente al pueblo de Israel. Y esta vez Bilam no consulta con D´s sino que ve pasar al pueblo de Israel y al mirarlos dice: Cuan hermosas son tus tiendas, oh Iaakov, y tus moradas, oh Israel (Ma Tovu Oaleja Iaakov, Mishkenoteja Israel. 24:5). Balak se dio por vencido, envió a su casa a Bilam y el pueblo de Israel siguió su camino.

De manera resumida esto es lo que ocurre en nuestra parasha. A diferencia de las secciones anteriores donde no había un solo tema, sino que se mezclaban conflictos, con quejas y discusiones entre el pueblo de Israel, Moshe y D´s, esta parasha tiene un solo leit motive. Quizás haga falta una parasha entera para enseñarnos un solo mensaje.

Esta parasha nos habla sobre la palabra y los profetas. Sobre maldiciones y bendiciones. Balak, rey de Moab, se da cuenta que no puede vencer al pueblo de Israel en el campo de batalla, ya que ve que sus vecinos han acabado en una derrota. Intenta derrotar al pueblo de Israel en su propio terreno, en el terreno espiritual, en el terreno Divino. Busca en Bilam el opuesto de Moshe. Bilam tenía como capacidad especial el poder del habla, mientras que Moshe, como todos sabemos, tenía dificultades en el habla (algunos exegetas dicen que era tartamudo). Pero es a través de la palabra que Balak quiere derrotar al pueblo de Israel. Pero en este terreno también pierde. Porque al parecer la palabra no es libre. La palabra no es libre de la voluntad Divina.

Bilam, el centro de esta parasha, es un profeta. El don de los profetas es la palabra. Etimológicamente profeta es “quien habla en nombre de”, o “quien dice con anticipo”. Estas dos acepciones son aplicables a los neviim (profetas) que aparecen a lo largo del Tanaj. Es importante marcar alguna de las características de este profeta. Bilam es según la tradición de Israel (Talmud. Baba Batra 15b) uno de los siete profetas que no pertenecen al pueblo de Israel. Al parecer Bilam se comporta honradamente en nuestra parasha pero aún así los sabios talmúdicos son muy duros con Bilam y con su decisión de acompañar a Balak. Con gran respeto a nuestros sabios, yo creo, con respecto a esta parasha que Bilam se comportó correctamente y demostró ser un profeta con todas las letras.

Hay otra característica que me llama la atención de Bilam, es un profeta pero no lo sabe todo. Demuestra que los profetas no deben saberlo todo. “Jatati Ki Lo Iadati”, peque porque no sabía dice Bilam. Y como enseña el Rab Gustavo Suraski: Sólo el hombre torpe puede creer que no saber es un pecado; el hombre sabio cuando reconoce su ignorancia y la verbaliza, toma consciencia de su finitud y reconoce la existencia de D´s. Bilam nos enseña que la ignorancia no es un pecado, pero que la tergiversación de la palabra e ir en contra de la voluntad Divina sí lo es. Bilam nos enseña que es mejor callar que inventar. Así enseñan nuestros maestros “Lamed Leshonja Lomar Eini Iodea, Shema Titbade VeTeajez”. “Enséñale a tu lengua a decir ‘No sé’, no sea que seas presa de tu engaño” (Talmud Berajot 4a). Muchas veces por arrogancia o por vergüenza de nuestra ignorancia inventamos lo que no sabemos, buscamos respuestas que no nos convencen para convencer a otros. La tradición de Israel nos comanda a aprender a decir “no sé”. A saber que no hay respuestas para todo, en todo momento y en todo lugar. Que a veces mejor es callar que hablar. Como se dijo cierta vez: solo habla cuando sepas que lo que vas a decir es mejor que el silencio.

Quiero remarcar la última característica de Bilam como profeta, y de los profetas en general. La palabra de D´s no se negocia. No podemos, o mejor dicho, no deberíamos tratar de ir en contra de la voluntad Divina. Balak le tardo tres oportunidades, tres bendiciones hacia el pueblo de Israel, para que se diera cuenta cual era la voluntad Divina. La tradición bíblica y rabínica intentó en reiteradas oportunidades aclararnos la diferencia entre un verdadero profeta y un falso profeta. El falso profeta era aquel que decía que la derecha era la izquierda, y la izquierda la derecha, el que agregaba o abolía algo de la Ley Divina, aquel que no advertía la palabra del Eterno sino que hablaba por los propios intereses. Aquel que utilizaba su don de la palabra para el negocio, aquel que se vendía al mejor postor, aquel que decía lo que los otros querían escuchar. El verdadero profeta eran aquellos, como Bilam, que solo obedecían lo que D´s le decía. Aquellos que remaban contra la corriente, aquellos que eran acusados pero que aun así mantenían en pie sus palabras. Aquellos que no dejaban que sus palabras se las lleve el viento.

La tradición judía no cree en los oráculos, la palabra del profeta no está predeterminada a cumplirse, la posibilidad de cambio siempre está presente. Los profetas solo son intermediarios de la palabra de D´s. Los profetas buscan que sus palabras no sean cumplidas. Así lo quiere Iona cuando intenta que Nínive cambie para que D´s no destruya la ciudad, o así lo quiere Irmiahu, que el pueblo de Israel recapacite para que Ierushalaim no sea destruida. Con Malají se terminaron los profetas. Ahora quedamos los hombres frente a D´s. Ahora estamos nosotros frente a la Tora y sus setenta significados buscando descifrar que es lo que D´s busca de Su pueblo, y de cada uno de nosotros en forma particular.

Quiera D´s que nuestras palabras digan siempre lo que nuestra conciencia nos mande y que nuestras palabras intenten emular la palabra de D´s.

Quiera D´s que aprendamos de nuestros profetas el valor de la palabra, a no vendernos por razones mezquinas.

Quiera D´s que nuestras palabras puedan ser consecuentes con nuestras acciones.

Shabat Shalom umeboraj