domingo, 8 de agosto de 2010

Parashiot Ajarei Mot-Kedoshim

El Sefer Hajinuj enumera 79 mitzvot en las parashot que la tradición nos ordena leer esta semana; una gran cantidad para tan escasos capítulos. Al leerlas y estudiarlas nos enfrentamos a una compleja realidad. Las prescripciones de la Tora son tan lejanas, en algunos casos, y tan cercanas en otros. Las disposiciones de cómo el Kohen Hagadol debía expiar los pecados del pueblo de Israel no son siquiera concebibles en nuestros días. Pero a la vez las máximas de comportamiento social enumeradas a continuación de la parasha son tan presentes en nuestros días como hace 3000 años. Al parecer las costumbres y ritos pueden variar pero su contenido parece casi inmutable.

Pasemos ahora a estudiar y analizar un poco más en profundidad los versículos que vamos a leer este Shabat. Los versículos prescriptos para ser leídos este año son, quizás, el corazón de la Tora. Su eje cardinal. Pongámonos en contexto. Desde hace semanas y por las próximas semanas estaremos leyendo decenas de prescripciones para los Kohanim y en particular la realización de los korbanot. Dentro de ese mar de prescripciones totalmente ajenas a nuestro mundo encontramos algunos de los pasajes más trascendentes de nuestra tradición.

“Et mishpatai Taasu veet jukotai tishmereu lalejet bahem”, Cumplirás Mis preceptos y Mis leyes, para andar en ellos. (18:4) este extracto de uno de los primeros psukim que leeremos es quizás la presentación y la síntesis más sublime de los próximos versículos. El eje de esta parasha es la consagración del pueblo de Israel como un pueblo santo “Kedoshim Tiu ki Kadosh ani Adonai Eloeijem”, Santos serán porque Yo Adonai Soy Santo” (19:1) continua en uno de nuestros próximos psukim sentenciando la Tora. Las prescripciones que leeremos tienen como objetivo explicito, según lo explica Rashi (20:25), distinguirnos de entre las naciones que habitan nuestro mundo. Pero ¿Qué significa distinguirnos? ¿Por qué debemos ser diferentes?

Todos los intentos de explicación a estas preguntas deben ser abordadas comprendiendo la teología bíblica. Cuando en muchos pasajes de la Tora D´s se presenta ante Su pueblo como aquel que lo sacó de la tierra de mitzraim, explica Rashi, que así enfatiza ya que Egipto encarna la maldad y la perversión. D´s eligió al pueblo de Israel y el pueblo de Israel eligió a D´s. Y este pueblo elegido, o este pueblo que eligió, debe estar a la altura de las circunstancias. Debe ser un reflejo de D´s en la tierra. Debe ser el transmisor de Su palabra en este mundo. ¿Cómo? Empezando en primer término por su propia santidad; ocupándose de ser ellos mismos dignos de ser llamados “santos”.

El gran porcentaje de la Tora fue relatada primero a Moshe y luego él se la enseñó al pueblo de Israel, pero no así esta parasha. La parasha Kedoshim fue enseñada a todo Israel al mismo tiempo ya que contiene los máximos estándares de nuestro pueblo que debían ser comprendidos por todos a la par. Algunos de los psukim suenan y resuenan en nuestras mentes por lo cercanos que son a nosotros. Desde la simpleza de no maldecir a un sordo o no poner obstáculos delante de un ciego; pasando por la prohibición de quedarnos quietos ante la sangre de nuestro prójimo y concluyendo con que la justicia no ha de ser corrompida bajo ninguna regla; son algunas de las enseñanzas de la Tora en esta parasha.

Rashi nos enseña algo hermoso. ¿Por qué leemos juntas las prohibiciones de robar, de negar falsamente, de mentir y de jurar en falso? Porque según relatan nuestros sabios, sí uno roba seguramente tenga que negar algo, si niega algo su próximo paso es mentir y sí ya mintió es muy posible que jure en falso. Al parecer las transgresiones son una cadena y tal vez sea muy difícil una vez que comenzamos poder escaparnos de ellas. Por eso quizás las transgresiones más “superfluas que realizamos pueden con el tiempo llevarnos a límites que en un comienzo ni siquiera sospechábamos.

No podemos en esta oportunidad dejar de advertir lo que una vez Rabi Akiva dijo. En esta parasha se encuentra “Ha Klal gadol BaTora”, la regla más grande de la Tora. “Vehabta lereaja Camoja”, Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Quizás junto al Shema Israel los dos psukim más conocidos de la Tora. Pero ¿Qué significa verdaderamente amar al prójimo? ¿Cualquiera es un prójimo? Sobre esta cuestión los, exegetas, han discutido largamente. Ibn Ezra aduce que todos son nuestros prójimos menos los malvados. Otros y siguiendo la cronología del texto entienden que prójimo solo se refiere a otro judío. Hoy para nosotros ¿Quién es el prójimo? ¿De que manera debemos amarlo?

Concluyendo con esta invitación a estudiar y a analizar nuestra parasha quisiera concluir con uno de los psukim finales de nuestra parasha. La Tora sentencia todas estas mitzvot diciendo “Shelo lalejet beJukot haGoim”, para que no andes en las leyes de los pueblos. A mi entender, con mi lectura actual de este texto, no puedo comprenderlo como que nuestro pueblo esta condenado a vivir separado del resto de las naciones. Más bien como una invitación a la santidad. Una invitación, a través de las mitzvot, a elevarnos sobre la vanidad y lo pashut (simple). Las mitzvot no tienen como objetivo separarnos del mundo en el cual vivimos, si no, más bien, permitirnos vivir en este mundo adoptando lo bueno de él y permitiéndonos recubrirnos de todo lo que impurifica nuestras vidas.

Shabat Shalom!

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