viernes, 11 de mayo de 2012

Las sectas y lo judío


Hoy por la mañana mientras desayunaba, me desayuné con una noticia que parece que esta recorriendo por los medios hace unos días pero que ni enterado estaba. Me refiero a la discusión que se da en torno a las sectas que comenzó con un escrache que le hiciera un hombre que "perdió a su familia" en una secta a Claudio María Domínguez. La temática de las sectas, el new age, los grupos de auto-ayuda y los fundamentalismos religiosos siempre me llamaron la atención y decidí preguntarme que pasa dentro de mi propia cultura. ¿Hay sectas dentro del judaísmo? Si estas sectas existen ¿Hacen mal? 

Comencemos, como siempre debemos hacer, con un juego etimológico, un poco de historia y otro tanto de contexto. El término secta, como la mayoría de los términos, no tiene un significado peyorativo per se. Los lingüistas aseguran que la palabra secta proviene del latín pero no se deciden si viene de la idea de "seguir" o de "separar". Como toda etimología es un juego del lenguaje podemos pensar que estos dos términos, en cuanto a las sectas se refieren, no se distancian de manera notable ya que de manera escueta podríamos definir a una secta como un grupo de personas que sigue a un líder y se separa de su entorno social en pos de una doctrina rígida e incuestionable.

Ahora vayamos con la historia. El término secta es muy propio de lo judío. Si bien se cree que el primer uso que tuvo fue para denominar a tales o cuales seguidores de algún filosofo griego el término se hizo "famoso" en los evangelios. En los tiempos de Jesús había varias sectas judías. Cuatro, para ser más precisos. Cada una tenía sus lineamientos, doctrinas y líderes. Hoy día, todos los judíos del mundo, somos descendientes de una de esas sectas. La secta de los fariseos. Las demás sucumbieron en la historia.

Hoy en día ¿podríamos hablar de sectas judías? Y si las hay ¿son peligrosas? ¿Son dañinas? De manera pedagógica voy a adelantarme a la respuesta, o por lo menos, a mi respuesta. Sí, hay sectas. Y sí, son dañinas y pueden llegar a ser peligrosas. Desde Aristóteles, o mejor dicho desde la Torá, sabemos que "no es bueno que el hombre este solo". El hombre es un ser social. Todos formamos grupos en los cuales nos sentimos cómodos, a gusto. Grupos de pertenencias. Compartimos ideas, opiniones, costumbres y otras muchas prácticas sociales. Por otro lado siempre estamos en busca de algún referente, de algún "líder". El mismo puede ser un guía espiritual que nos acompañe en momentos de dolor, un profesor de la universidad que nos desafíe constantemente, un actor al cual yo me quiera parecer o bien un político afamado o un gran orador. Pero no todos vivimos en sectas. Entonces ¿Qué es lo que hace que a cierta institución la podamos denominar secta?

La respuesta a la pregunta anterior es: el fanatismo y la intransigencia. El no andar por los caminos medios, como nos advertía que debíamos hacer Maimónides, sino el ir a los extremos. El no reconocer el valor de la pregunta, el poder de la duda y la necesidad de la critica. Dentro del judaísmo ciertos grupos ultraortodoxos – y no todos ellos – se manejan como sectas. Quizás con algunas descripciones puedan entender a que me refiero.

Como toda secta, o funcionamiento sectario, comienzan de a poco. No revelan toda su filosofía sino hasta que uno este muy metido en su mundo. Comienza el periodo de absorción. Primero ofrecen charlas, cursos y viajes gratis. No te exigen nada, simplemente que escuches (y hasta te dan plata para que vayas!). Hablan con simpatía, siempre con sonrisas. No juzgan tus acciones. Te hablan del amor, la solidaridad, el respeto y otras tantas cuestiones que a uno lo hacen sentir cómodo. Su target principal son los adolescentes, aquellos que adolecen de algo. Algo les falta. Chicos y chicas que tienen dudas y quieren certezas, no están seguros que será de sus vidas y "buscan" a alguien que le de respuestas. De los 20, digamos, que van a la primera charla 5 quedan fascinados. Estos ya entran a la segunda etapa.

Una vez que convencen con su "filosofía externa" comienzan a sacar sus cáscaras y a mostrar, de a poco (para no abrumar) sus "verdaderas expectativas". Estos jóvenes y, a veces no tan jóvenes, comienzan a usar todo su tiempo libre en ir a charlas personales con aquellos lideres. En este caso rabinos. Los usan de psicólogos y estos, abusando de su poder, les dicen que el camino de Ds les va a traer dificultades con su entorno. Sus padres se van a oponer y van a perder a sus amigos pero eso es lo que se necesita para llegar a Ds. Esta advertencia, cual profecía autocumplida, le servirá a los jóvenes como señal luminosa cada vez que pierda a un amigo o se pelee con sus familiares. Dirá "el Rab ya me lo advirtió".

Llega el momento crítico. El momento central para el ingreso a una secta y la aceptación de los sectarios ya preestablecidos. El abandono del "mundo anterior". Uno debe re-nacer. Esto también comienza de a poco, y el ritmo cambia de persona a persona, dependiendo principalmente de su "salud mental" y el convencimiento que tiene con las ideas de la secta. Para Shabat, para que no viaje (aunque su casa no quede muy lejos de la sinagoga y pueda caminar) comienza a ir a casas de familia de la secta. Se siente a gusto, lo invitan a comer y a dormir. No le piden nada a cambio (o más bien, el/ella piensan que no le están exigiendo nada). En su casa ya no puede comer. Su cocina no es kasher o si era kasher no es lo suficientemente kasher. No de acuerdo a lo que dijo su Rab. Comienza a traer nuevos platos, vasos y hasta le dan carne kasher para que no tengan que gastar. Con sus amigos deja de salir. Ya los sábados a la noche y los domingos se queda estudiando en la sinagoga o en algún grupo personal del rabino–líder. La separación que comienza a tener con su entorno ya hace que todas sus relaciones se debiliten, las peleas se vuelven constantes. El chico o la chica deben salir de sus "hogares y vidas anteriores" para realmente poder acercarse a Ds y a la Torá. Les hacen pensar que son Abraham que se están revelando contra los ídolos de sus padres para ir en busca de Ds.

Israel. Como estos jóvenes en su ambiente "pervertido y secular" no pueden encontrar la Torá, el rabino-líder los "invita" con todo pago a que vayan a Israel un año a estudiar en un ambiente "sano", libre de contaminaciones del ambiente pagano en el cual uno vive. Los jóvenes entusiasmados van en busca de más Torá. Sus padres no pueden decirles que no por el amor que sienten por sus hijos y porque negándose sentirían que le están partiendo su corazón, sus esperanzas y sus búsquedas. En Israel viven un año de manera sectaria, en su término más prístino, viven las 24 horas los 7 días a la semana en un mundo supuestamente de Torá. Casi no tienen contacto con el mundo exterior, con el Israel secular o académico. Internet es un lujo que se dan cada tanto. Los diarios, las noticias del mundo desaparecen de sus vidas. Su mundo es ahora su rabino-lider y sus compañeros sectarios que lo reciben con gran alegría y cariño.

Una vez que vuelven ya nada es igual. Ya no se visten, no piensan, no saludan, no hablan y ni siquiera actúan como lo hacían unos años antes. Ya se visten de negro y blanco (o de algún atuendo especifico con algún adorno particular de cierta línea jasidica). Ya no viven en lo de sus padres ateos. No visitan a sus amigos descarriados. Si estaban en la universidad, la abandonaron antes de ir. Los reubican en trabajos mecánico-fordistas para que tengan tiempo de seguir "conociendo la palabra de Ds y la sabiduría de la Torá". El rabino-líder les presenta una pareja, del sexo opuesto, de la misma secta. Tienen unas citas arregladas, no muchas. Al mes aceptan casarse. El rabino dice que no hace falta que se casen por amor, que el mismo ya llegará. Se casan, los ayudan económicamente para tener hijos, la mayor cantidad que puedan para hacer crecer a la secta. Sus hijos, que no conocieron el mundo exterior, no tienen posibilidad de elegir. Se educan en la secta, se casan con alguien en la secta y mandan a sus hijos, nuevamente, a la escuela de la secta. Los fines de semana toda la familia va al country de la secta.

Esta es la radiografía de las sectas del mundo judío. Dijimos que las sectas, y especialmente las religiosas, se identificaban por su intransigencia y su fanatismo. Cualquiera que hable con alguno de los miembros de cualquiera de las sectas judías sabrá que ellos no tienen la posibilidad de admitir si quiera la posibilidad de otra verdad. Ellos tienen la Verdad con mayúscula, cualquier otra filosofía de vida o elección es un error. Un error que lo pagarán con sus vidas eternas en el infierno. Las palabras "duda" y "critica" fueron erradicadas de sus diccionarios. Los más fanáticos al interior de las sectas fanáticas hostigan y hasta golpean a los judíos que no aceptan las normas y lineamientos de su secta (la verdadera, claro esta). Tiran piedras a los que conducen autos en Shabat. Escupen o golpean a las mujeres que caminan por "sus" calles de manera no recatada. Dan la ilusión de que todo el mundo, fuera de su secta, son antisemitas, que el judío debe vivir así porque todos los demás lo odian. Ellos ven antisemitismo en todos lados. Todavía no hay casos, como en otras sectas, de suicidios colectivos. Pero sí de asesinatos. Igal Amir el asesino de Itzjak Rabín sigue sosteniendo que él obró de acuerdo a las enseñanzas de la Torá tal como se las transmitió su rabino-líder. Baruj Goldstein abrió fuego contra un grupo de palestinos porque así decía Ds que él debía obrar. No hablemos si quiera del rabino-lider Kahana que hablaba de matar árabes o quien escribió "Torat Hamelej" que llamaba a sus feligreses a matar a niños palestinos porque eran un potencial peligro para Israel.

Si, hay sectas en el judaísmo y si son peligrosas. Las descubrimos cuando comenzamos a ver familiares o amigos que comienzan a perder seres queridos en estas sectas-sinagogales. El dialogo con los ya sectarios se vuelve casi imposible. Ellos poseen la verdad y uno es un hereje. Ellos están en el camino de Ds y la Torá y uno esta en el camino de la mentira y la perdición. Estas sectas y sus rabino-lideres abusan de su poder y de su autoridad para dañar a jóvenes sensibles, inculcándoles el odio a todo lo que se aparta de la secta. A despreciar a sus "vivencias judías previas" por considerarlas erróneas y tergiversadas. A despreciar al mundo no judío por ser todos antisemitas y a mantener el mínimo contacto con ellos. A despreciar el mundo académico por considerarlo hereje y fuente de toda perdición y mentira. A someterse a las palabras del rabino-líder y a no cuestionar su autoridad.

Las sectas existen y así obran. La pregunta es si en nombre del relativismo vamos a permitir que se sigan expandiendo o algún día nos atreveremos a alzar una nueva voz. Una voz que traiga otro mensaje, otra verdad (con minúscula), otra mirada sobre como debería ser el judaísmo. De cómo nosotros comprendemos que Ds a través de Su Torá quiere que obremos en el mundo.  

Uriel Romano