Hace unos días cumplí años. Esta fecha me hizo acordarme de una conversación que tuve con mi tío hace unos años atrás. Les cuento el porque. Provengo de una familia judia conservadora donde todos los miembros de la familia (de la parte paterna me refiero) continúan con la tradición de Israel. Excepto el hermano mayor, son seis hermanos, que a los veinte años se convirtió en Testigo de Jehová. Se encuentra viviendo desde hace ya muchos años en Paraguay pero siempre que viene para la argentina nos juntamos a hablar. Me apasiona discutir con él cuestiones teológicas. Me acerco al punto en cuestión.
La fecha de una de sus visitas correspondía también a su fecha de nacimiento. Y justo ese dia estábamos cenando en lo de mi papa y cuando estoy por levantar la copa y brindar por su cumpleaños mi tío me dice: Uri, discúlpame pero nosotros (los testigos de Jehová) no acostumbramos a celebrar los cumpleaños ni a brindar con copas de vino. Paso seguido me explica el porque, el cual resumo aquí para llega al punto que quiero tratar. Me explica que en las sagradas escrituras no figura en ningún momento la “celebración” de algún cumpleaños por lo cual ellos entienden que no se deben celebrar. Y con respecto a brindar con vino, me comenta, que no realizan este acto por el mismo tener orígenes paganos ya que como el me cuenta era un acto que realizaban los Romanos en celebraciones bélicas.
Tomo ahora esta situación puntual para tratar de expresar mi crítica, con respeto, hacia estas “costumbres” y otras similares. Las sagradas escrituras (para el judaísmo el antiguo testamento y para los cristianos este y el nuevo) deben ser la piedra fundamental de nuestras vidas religiosas. Pero lo que le da color y hacen de esa piedra algo vivible son las interpretaciones. La exégesis de cada generación sobre la hermenéutica de quienes lo antecedieron debe guiarnos en nuestra ayuda de interpretar “correctamente” la Biblia.
Cada generación debe afrontar las nuevas necesidades de los tiempos presentes, tomando como base las tradiciones anteriores pero no estancándolas en ellas. Hoy en dia no festejar un cumpleaños porque en las escrituras de hace 2500 años no se le dio importancia (porque seguramente no existía la concepción de importancia de una celebración semejante) es un sin sentido. Como también es un sin sentido formas de vida de diversos sectores fundamentalistas de todas las religiones.
Por el otro lado tanto el judaísmo como el cristianismo se han nutrido en un sin numero de oportunidades de las influencias externas de los pueblos que vivían a su alrededor. Hoy en día cuando ya los romanos dejaron de existir hace más de un milenio y medio oponerse a la costumbre mundial de celebrar los momentos brindando es oponerse al mundo. Como religiones basadas en la ética y la moral debemos ser abiertos a las influencias externas que nos nutren de conocimientos y de actos nobles y a su vez debemos hacer frente y cerrarnos de introducir en nuestras vidas influencias externas que nos guíen de un modo inmoral.
Hoy en dia debemos hacer frente y no dejar que se “naturalicen” en nuestras conductas religiosas el soborno, la envidia, la competencia y tantos otros males que azotan a la gran mayoria del mundo. Pero a su vez debemos ser abiertos a recibir en nuestro seno todos los avances que el mundo ha hecho y utilizarlo de una manera beneficiosa.
Culminó el siglo XX donde, como declaró Nietzche “La religión ha muerto” para estar viviendo en los primeros años del siglo XXI donde “La religión ha vuelto a nacer”. Pero con este renacer ha surgido un fundamentalismo que se cierra al mundo y niega las “verdades” universales. Debemos hacer frente a los sectores fundamentalistas de las diversas religiones que por el afán de “conservar” la religión lo único que consiguen es atrofiarla.
Dentro del mundo judío tenemos un claro ejemplo de estos hechos. Los sectores más ortodoxos están destruyendo la propia esencia de nuestra tradición. Por su búsqueda de mantener un Status quo con la forma de vida judía del siglo XVIII están yendo en contra de 3700 años de evolución. Afirman cosas que hoy en día no tienen ningún sustento. Quieren hacernos creer que desde Abraham Avinu hasta el Gaon de Vilna el judaísmo se mantuvo casi igual, sin cambios. Contradicen a la historia, la arqueología y hasta las propias fuentes rabínicas.
Muchos son atraídos a estos sectores porque en un mundo de incertidumbres encontrar una “verdad” es muy tentador. Ante los miedos contemporáneos nos presentan una alternativa sencilla, pero falsa. Como el gran Rabino Mordechai Kaplan plantea: “El judaísmo es una civilización” y como una civilización se encuentra en constante movimiento. El movimiento significa cambio, y el cambio continuidad. Realmente seria muy sencillo asegurar la continuidad judía de la manera que aquellos sectores fundamentalistas nos lo ofrecen pero seria negar milenios de evolución. Centenares de años envueltos en decenas de culturas de las cuales adoptamos vestimentas, palabras, oraciones, mitos y hasta estilos arquitectónicos.
El emblema del movimiento conservador es “Tradición y Cambio”, pero mas que un lema es una concepción religiosa y empírica de la historia del judaísmo. Pero como planteaba uno de los grandes pensadores judíos conservadores de mediados del siglo XX que el lema no debería ser “Tradición y cambio”, si no mas bien, “Una tradición de cambio”.
La fecha de una de sus visitas correspondía también a su fecha de nacimiento. Y justo ese dia estábamos cenando en lo de mi papa y cuando estoy por levantar la copa y brindar por su cumpleaños mi tío me dice: Uri, discúlpame pero nosotros (los testigos de Jehová) no acostumbramos a celebrar los cumpleaños ni a brindar con copas de vino. Paso seguido me explica el porque, el cual resumo aquí para llega al punto que quiero tratar. Me explica que en las sagradas escrituras no figura en ningún momento la “celebración” de algún cumpleaños por lo cual ellos entienden que no se deben celebrar. Y con respecto a brindar con vino, me comenta, que no realizan este acto por el mismo tener orígenes paganos ya que como el me cuenta era un acto que realizaban los Romanos en celebraciones bélicas.
Tomo ahora esta situación puntual para tratar de expresar mi crítica, con respeto, hacia estas “costumbres” y otras similares. Las sagradas escrituras (para el judaísmo el antiguo testamento y para los cristianos este y el nuevo) deben ser la piedra fundamental de nuestras vidas religiosas. Pero lo que le da color y hacen de esa piedra algo vivible son las interpretaciones. La exégesis de cada generación sobre la hermenéutica de quienes lo antecedieron debe guiarnos en nuestra ayuda de interpretar “correctamente” la Biblia.
Cada generación debe afrontar las nuevas necesidades de los tiempos presentes, tomando como base las tradiciones anteriores pero no estancándolas en ellas. Hoy en dia no festejar un cumpleaños porque en las escrituras de hace 2500 años no se le dio importancia (porque seguramente no existía la concepción de importancia de una celebración semejante) es un sin sentido. Como también es un sin sentido formas de vida de diversos sectores fundamentalistas de todas las religiones.
Por el otro lado tanto el judaísmo como el cristianismo se han nutrido en un sin numero de oportunidades de las influencias externas de los pueblos que vivían a su alrededor. Hoy en día cuando ya los romanos dejaron de existir hace más de un milenio y medio oponerse a la costumbre mundial de celebrar los momentos brindando es oponerse al mundo. Como religiones basadas en la ética y la moral debemos ser abiertos a las influencias externas que nos nutren de conocimientos y de actos nobles y a su vez debemos hacer frente y cerrarnos de introducir en nuestras vidas influencias externas que nos guíen de un modo inmoral.
Hoy en dia debemos hacer frente y no dejar que se “naturalicen” en nuestras conductas religiosas el soborno, la envidia, la competencia y tantos otros males que azotan a la gran mayoria del mundo. Pero a su vez debemos ser abiertos a recibir en nuestro seno todos los avances que el mundo ha hecho y utilizarlo de una manera beneficiosa.
Culminó el siglo XX donde, como declaró Nietzche “La religión ha muerto” para estar viviendo en los primeros años del siglo XXI donde “La religión ha vuelto a nacer”. Pero con este renacer ha surgido un fundamentalismo que se cierra al mundo y niega las “verdades” universales. Debemos hacer frente a los sectores fundamentalistas de las diversas religiones que por el afán de “conservar” la religión lo único que consiguen es atrofiarla.
Dentro del mundo judío tenemos un claro ejemplo de estos hechos. Los sectores más ortodoxos están destruyendo la propia esencia de nuestra tradición. Por su búsqueda de mantener un Status quo con la forma de vida judía del siglo XVIII están yendo en contra de 3700 años de evolución. Afirman cosas que hoy en día no tienen ningún sustento. Quieren hacernos creer que desde Abraham Avinu hasta el Gaon de Vilna el judaísmo se mantuvo casi igual, sin cambios. Contradicen a la historia, la arqueología y hasta las propias fuentes rabínicas.
Muchos son atraídos a estos sectores porque en un mundo de incertidumbres encontrar una “verdad” es muy tentador. Ante los miedos contemporáneos nos presentan una alternativa sencilla, pero falsa. Como el gran Rabino Mordechai Kaplan plantea: “El judaísmo es una civilización” y como una civilización se encuentra en constante movimiento. El movimiento significa cambio, y el cambio continuidad. Realmente seria muy sencillo asegurar la continuidad judía de la manera que aquellos sectores fundamentalistas nos lo ofrecen pero seria negar milenios de evolución. Centenares de años envueltos en decenas de culturas de las cuales adoptamos vestimentas, palabras, oraciones, mitos y hasta estilos arquitectónicos.
El emblema del movimiento conservador es “Tradición y Cambio”, pero mas que un lema es una concepción religiosa y empírica de la historia del judaísmo. Pero como planteaba uno de los grandes pensadores judíos conservadores de mediados del siglo XX que el lema no debería ser “Tradición y cambio”, si no mas bien, “Una tradición de cambio”.
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