martes, 29 de septiembre de 2009

Textos varios de Iom kipur 5770

Introdución para Izkor

Ribono shel Olam, Señor del Universo, tal como tu rememoras Tu pacto con Tu pueblo Israel nosotros rememoramos a nuestros seres queridos. Tal como Tú rememoras el pacto con inmenso amor, nosotros, en este día de Kipur recordamos con amor y dolor la partida de este mundo de nuestros seres queridos.

Estamos en estos momentos llamados a valernos de una de las más poderosas virtudes del hombre. El recuerdo. El recuerdo es aquello que nos da un sentido de trascendencia a nuestra efímera existencia. El recuerdo de un pasado mejor nos permite soñar con construir un presente mejor. El recuerdo de nuestros seres queridos nos levanta cuando ya no tenemos fuerza. Quiera D´s que nuestros recuerdos nos ayuden a emular las acciones de nuestros seres queridos que ya no están aquí. Quiera D´s que podamos caminar junto a sus recuerdos. Quiera D´s que nos valgamos del recuerdo para superar las adversidades. Quiera D´s que podamos aprender a recordar.

En el día más solemne del año donde nuestra existencia se detiene, en este día de Kipur, somos comprometidos al recuerdo. En este día donde nos encontramos solos ante el Creador nos acompaña el recuerdo de quienes amamos. En una sinagoga repleta nos encontramos solos esperando Su veredicto pero es el recuerdo de nuestros seres queridos que nos mantiene firmes frente al juicio.

La memoria. Registramos nombres en lugares sagrados; recordamos a los seres queridos en momentos de santidad. La memoria, sin embargo, nos enseña no sólo lo que debemos recordar, sino también lo que debemos olvidar; cómo olvidar odios y heridas; cómo olvidar los dolores y frustraciones de la vida. La memoria nos provee de la alegría de seguir adelante a pesar de los pesares del corazón.

Nuestros sabios se preguntan en el Midrash (Kohelet Raba 5, 21) por qué los humanos cuando nacemos con las manos cerradas y morimos con las manos abiertas. Porque cuando nacemos -dice el Midrash- queremos llevarnos el mundo por delante, como aquel que dice: ‘El mundo es todo mío’. Pero cuando morimos, abrimos nuestras manos señalando que nada nos pudimos llevar de él.

Del mundo nada podemos llevarnos pero si podemos dejar. Lo que queda de nuestros seres amados es su legado. Lo que ellos nos enseñaron, sus sonrisas, sus lagrimas; sí dejan una huella en el mundo. Dejan una huella marcada en nosotros, una huella que no se percibe si no estamos dispuestos a verla. Quiera D´s que en este día podamos recordar aquellas huellas, aquellas marcas que dejaron nuestros seres queridos en nuestras vidas. Podamos recordarlos a ellos con lágrimas, pero también con sonrisas.

Iesh Kojavin She Oram Maguia Artza rak kaasher hem atzmam abdu. Hay estrellas cuya luz llega a la tierra solo cuando se extinguieron y ya no existen. ve einam iesh anashim she ziv zijram meir kaasher hem atzmam einam od be tojeinu. Hay personas que el brillo de sus memorias alumbran cuando ellos ya no están entre nosotros. orot ele Hamabikim bejeshjat. Aquellas luces que titilan en la oscuridad. ha leil hem she meirim la adam et Haderej. Aquellas son las que alumbran en la noche nuestros caminos.

Introducción a Neila

La palabra si tiene valor. Nuestras palabras si valen. Con este servicio de Nehila concluimos un nuevo Iom Kipur, pero ayer iniciamos este día anulando nuestros votos. Hoy por la mañana leíamos un fragmento de Tora en donde somos encomendados a anular nuestros votos una vez al año. En el libro de Bamidvar la Tora nos prescribe que seamos cautelosos a la hora de formular nuestros votos. Incluso más. Nos exhorta a no hacerlo. No porque nuestra tradición nos limite a una realidad sin poder imaginarnos algo diferente, algo mejor.

La tradición judía nos guía en el uso de nuestras palabras, de nuestras promesas. Porque nuestras palabras crean mundos, crean nuevas realidades. D´s creó al mundo con la palabra. D´s bendijo a Abraham con la palabra. Bilam bendijo al pueblo de Israel con la palabra. Moshe nos liberó con Su palabra. Pero fueron las palabras las que trajeron discordia al mundo. Fue la torre de babel y sus 70 lenguas las que trajeron disputas sobre la tierra.

La tradición jasidica nos indica que siempre para ilustrar algo la mejor alternativa es un cuento.

Un Rab le pide a uno de sus talmidim, a uno de sus mejores alumnos que vaya al mercado. Le pide que compre lo mejor que hay en él, y lo peor. A las horas vuelve el joven con dos cajas. El Rab sienta a todos sus alumnos en una ronda y le pide a quien fue al mercado que muestre que es lo mejor que había en el. Este saca una lengua. Sorpesa entre los alumnos. Muchos sugirieron que quizás el oro era lo mejor que había en el mercado. Pero no, una lengua. El rab permanecía callado. Luego le pidió que mostrase que es lo peor que encontró en el mercado. Su alumno abrió la segunda de las cajas y le mostro otra lengua.

Esa lengua, es una palabra. Es nuestra palabra, nuestro Divur. La lengua no es ni buena ni mala. No es lo mejor ni lo peor del mercado. La lengua es lo que nuestra boca haga de ella. La lengua es una bendición como una maldición. La palabra es un tesoro que debemos saber cultivar y desarrollar.

Es curioso que la palabra Divur, palabra en hebreo, tenga la misma raíz que Davar, cosa. La palabra como ya dijimos crea realidades, pero también la palabra tiene peso. Como todo lo materiales, nuestras palabras pesan. Pesan para bien, pesan para mal. Nos ayudan a construir y nos ayudan a destruir. Las palabras pesan. Y nuestras promesas pesan aun más. Quizas será por esto que nuestros maestros nos indicaron la importancia de las promesas, del valor que ellas tienen y del peso en nuestras espaldas al cual nos sometemos cuando decidimos prometer. Un peso que no todos podemos cargar, o que todos debemos aprender a cargar.

Pero la palabra Divur, palabra tiene otro significado más. Tiene el mismo shoresh o raíz que Midvar, que desierto. Si las palabras que habremos de pronunciar durante este día no dan frutos, correremos el riesgo de transformar al oasis en un desierto, quitando espíritu a nuestra vida, transformándonos en pequeñas personas y viviendo pequeñas vidas. Nuestras palabras pueden transformarse en desiertos, aridos, fríos y desolados. Y una vez más como somos nosotros quienes podemos hacer de nuestras palabras fértiles oasis o áridos desiertos.

Hablando sobre cómo es que la responsabilidad cae sobre nosotros en este día la tradición judía nos da un indicio más al respecto. Somos nosotros los que contribuiremos en esta rúbrica, tal como dijera Rabí Itzjak en el Tratado de Rosh haShaná (16b): Cuatro cosas cancelan la sentencia del hombre –o sea: Cuatro cosas alteran el veredicto divino- y éstas son: La tzedaká, la súplica, el cambio del nombre y el cambio de conducta. En este día de Kipur la mitzva recae sobre nosotros mismos. En todos los jaguim, las mitzvot recaen sobre algo ajeno a nosotros. En Purim sobre la meguilá. En Pesaj sobre la matzá y el maror. En Rosh HaShaná sobre el shofar. En Sukot sobre la Suká y los Arvaat HaMinim. Pero en este día de Kipur no nos valemos de cosas externas a nosotros, nos valemos de nosotros mismos. Nos valemos de nuestras palabras a través de la Tefila. Nos valemos de nuestras palabras a la hora de pedir perdón. Nos valemos de nuestras palabras al momento de reflexionar. Hoy nos valemos por nosotros mismos.

Dice el texto de la Torá, refiriéndose a este día de Kipur: “Veinitem et nafshoteijem” Afligiréis vuestras almas. ¿Qué significa afligir nuestras almas? Nuestros sabios comprendieron que de aquí deviene el ayuno. Este es quizás el símbolo de la mitzva de Iom Kipur. Es lo visible de nuestra condición y nuestra obligación en este día. Afligirse no es dejarse vencer, afligirse es darnos la oportunidad de encontrarnos con nosotros, encontraros con una voz que muchas veces no escuchamos y encontrarnos con Su Voz. Permitanme parafrasear uno de los versículos más conocidos del génesis. Allí se nos dice “Veruaj elohim merajefet al pnei hamaim” El espritu de D´s flotaba sobre las aguas. Hoy yo digo. Kol Helohim merajefet al pnei haaretz. La voz de D´s flota sobre la tierra. Hoy debemos escuchar su voz, debemos constreñir y afligir nuestro ser para ser capaces de escuchar su voz y escuchar nuestra voz.

Podamos escuchar nuestra propia voz en busca de alguna respuesta. Podamos escuchar la voz del otro en busca de algún consejo. Que en estos momentos donde las puertas de los cielos comienzan a cerrarse puedan nuestras voces unidas en congregación elevarse a través de los cielos y llegar al Eterno.

Cierre de Neila

Ya culmina un nuevo Iom Kipur. En minutos sonara el Shofar. El shofar que anuncia el fin de este día del Perdón. El shofar que anuncia que la Shejina se aparte de nosotros y sube nuevamente a los cielos. El shofar que trae el anhelo de una pronta redención. El shofar que marca el fin de este día y el comienzo de un nuevo camino. Quiera el sonido de shofar estremecer nuestros corazones y hacernos vibrar. Quiera el sonido del Shofar elevarnos en plegaria. Quiera este último sonido del Shofar esperanzarnos en un futuro mejor. Quiera el Shofar recordarnos que solo a través de la unión de todo el pueblo de Israel y la humanidad llegará la redención. Quiera la voz del shofar hacernos recordar el valor de nuestras propias palabras. Quiera D´s que podamos escuchar el sonido del Shofar.

Ptaj lanu shaar be-et nehilat shaar. Abre para nosotros las puertas en esta hora que las puertas se cierran.

Hamtzi Lanu Mejilá BeShaat HaNeilá.
Concédenos tu perdón, en esta hora en que las puertas se cierran.

Introducción a Kol Nidrei

Cuando la noche tiende su manto sobre la tierra y nos acercamos al día más solemne del año, consientes del imperio del tiempo y de nuestra existencia. Conmovidos por los acordes que evocan nuestra historia. Decimos Hineni. Decimos presente. Como nuestros patriarcas, hoy, nosotros, Tu pueblo Israel, dice presente. Evocando Tu magna misericordia decimos: Hemos errado y solo a tu clemencia apelamos.

Ribono shel Olam, Soberano del Universo: ayúdanos a medir nuestras palabras y te pedimos la fuerza para ser fieles a nuestras promesas.

Ribono shel Olam, Señor del Universo: concédenos la voluntad para volver en Teshuva, para volver nuestros pasos al camino de Tu Tora.

Ribono shel Olam, Señor del Universo: ayúdanos a encontrar un camino. Un camino que nos una a Tu nombre.

Ribono shel Olam, Señor del Universo: concédenos en este día del perdón la conciencia para poder distinguir entre lo bueno y lo malo, entre lo bueno y lo mejor.

Ribono shel Olam, Señor del Universo: Ayúdanos a comprender que nuestros hábitos de hoy decidirán la esencia de lo que seremos mañana.

Ribono shel Olam, Señor del Universo: Haz que nuestra voluntad sea Tu voluntad.

Unidos en plegaria y meditación con nuestros hermanos judíos de todo el mundo apartamos de nuestra mente los pensamientos mezquinos y los deseos vanidosos. Y nos volvemos hacia Ti con humildad y reverencia. Aspiramos llegar a grandes metas, pero la tentación nos invade. Tropezamos y caemos, argüimos y dudamos. Señor del universo, fortifícanos y guía nuestros pasos. Ayúdanos a escuchar en nuestros corazones la vos serena y sabia de Tu espíritu.

En esta noche sagrada, santificada por recuerdos sagrados, unidos con las generaciones pasadas y rememorando la piedad y la devoción ancestral nos hallamos en Tu presencia, libres de toda pretensión, consientes de nuestras debilidades.

Ribono shel Olam, Señor del Universo, en este día de Kipur, en esta hora del crepúsculo solo a tu justicia apelamos.

Ribono shel Olam, Señor del Universo, nos des la fuerza y la voluntad para ser en lugar de solo desear, para ser lo que rezamos.

No hay comentarios.: