lunes, 26 de noviembre de 2012

Parashat Ekev


La ley y su quiebre

Ciertas veces para cumplir la Ley hay que desobedecerla. A cualquier abogado de tendencia conservadora o a cualquier legalista esta frase le resultaría particularmente problemática. Sin embargo, entiende la tradición judía, que para salvar a la ley en su totalidad ciertas leyes particulares deben ser anuladas en un momento imperante. El sabio Reish Lakish, comentando un versículo de Parashat Ekev, dice (Talmud, Menajot 99a): Hay ocasiones donde la supresión de la Torá se convierte en su fundamento.  Hay veces que para poder observar la Torá la misma debe ser anulada.

La tradición judía, lleva más de 3500 años acumulando costumbres, tradiciones y normativas. Las mismas involucran casi la totalidad de la vida de un judío. En tiempos de normalidad el sistema legal judío, la halajá, funciona con fluidez sin demasiados “conflictos”; mas cuando la situación externa modifica radicalmente la realidad judía muchas veces la Ley, en su formato de código legal, se convierte en un freno y no en un camino, para acercanos a D-s, o para intentar cumplir Su voluntad. Muchas veces para ser fieles al llamado de D-s debemos anular, aunque sea temporalmente, o de una vez para siempre, alguna de las innumerables leyes que son enumeradas en los códigos legales judíos.

El salmo 119:126 dice: “Es tiempo para actuar para D-s, porque la Ley ha sido quebrada”.  Muchos sabios han entendido e interpretado este pasaje como queriendo significar que en ciertos momentos para actuar en nombre de D-s es menester quebrar Su propia Ley. El ejemplo paradigmático fue la decisión de los sabios judíos en el siglo II de poner por escrito la Ley Oral, algo que siempre estuvo prohibido. Debía existir la Ley escrita, la Torá, y la ley oral, una enseñanza que se transmitía de generación en generación, pero esta nunca debía pasar a ser escrita. Sin embargo los sabios evaluando la persecución de los judíos y la amenaza de que toda la Ley oral pudiera ser olvidada decidieron actuar para D-s, aboliendo la Ley que prohibía poner por escrito aquella transmisión oral. Hay momentos de la historia que el espíritu religioso nos llama a abolir o a suspender la Ley divina.

En nuestra parashá Moshé relata como él mismo rompe las tablas al enojarse por la idolatría del pueblo de Israel.  Reish Lakish, en el mismo pasaje citado más atrás, comenta el versículo y jugando con las palabras en hebreo dice (en boca de D-s): Iesher Koaj Seshibarta, bien hecho al haberlas roto. Reish Lakish dice que D-s en el momento que Moshé quiebra las tablas no se enoja con él sino que le dice: bien hecho. Celebra la anulación de la Ley para que la misma pueda volver a crearse. Hay tiempos donde las tablas debían quebrarse para que unas nuevas tablas puedan volver a escribirse. 

La modernidad, sin dudarlo, marcó un quiebre de hecho con el mundo judío medieval. Las doctrinas religiosas y las leyes que se desarrollaron durante la edad media han sido afectadas por los cambios en la cosmovisión del hombre moderno y posmoderno. La halajá, como el corpus normativo judío, sigue teniendo vigencia y relevancia. Las normativas con respecto al Shabat, a la construcción de la Suca, a la forma del Shofar o la mayoría de las reglamentaciones rituales, casi no se alteraron desde la entrada a la modernidad. Y, en mi criterio, esta bien que así sea. Mas para que la Ley judía siga teniendo vigencia e interpele al hombre posmoderno es necesario, en ciertos casos, anular una parte de la Ley para que toda, en su conjunto, pueda sobrevivir.

Hace 3500 años el judaísmo se reinventa a sí mismo en cada generación, en cada tiempo y en cada lugar; pero siempre con una característica. Siempre miramos hacia el futuro sin desentendernos del pasado. Es quizás nuestro deber en nombre de D-s anular ciertas normas para que el judaísmo pueda seguir siendo una propuesta religiosa significativa, mas el pasado no debe ser borrado. Mirando hacia delante no debemos borrar el pasado. La Torá, continúa enseñando nuestra parashá, enfatiza que Moshé colocó tanto las tablas rotas como las nuevas tablas en el arca. Las tablas rotas, testimonio del pasado, no fueron desechadas sino que fueron incorporadas junto a las nuevas tablas, testimonio del futuro, en el arca, símbolo del refugio espiritual del pueblo judío. 

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