miércoles, 26 de marzo de 2008

El fin del monopolio

La creación del estado de Israel significa para el pueblo judío el comienzo de la “guela”, redención. Lastimosamente esta redención comenzó monopolizada por los sectores ultra ortodoxos de nuestro pueblo que se oponen a la modernidad y a la diversidad dentro del pueblo judío.
Esta secta segregacionista tiene, en Israel, el monopolio en cuanto a cuestiones de lo que a Halaja, ley judia, compete. Esto se debe a un Status Quo que decretó el gobierno de Ben Gurion con dichos sectores para poder conciliar una declaración de independencia. Sesenta años han pasado desde este acontecimiento y al parecer las cosas comienzan a cambiar. En primer termino entendamos que el monopolio de estos sectores a nivel religioso en Israel ha creado un gran distanciamiento del pueblo con la religión; asi tambien ha limitado enormemente el pluralismo religioso en Medinat Israel
Los “Haredim” tienen el poder único y absoluto en cuanto a los casamientos en Israel, los lugares santos, la educación religiosa, los nacimientos, los entierros, las conversiones y el Kashrut. Poco y nada tienen de validez las demás corrientes que componen el espectro religioso del pueblo judío. Creando así una teocracia a nivel social correspondiente a los años del medio evo el cual no se ajusta a los parámetros en los cuales hoy vivimos los judíos a nivel mundial.
Al parecer en uno de esos sectores que tenían un monopolio están comenzado a mostrar debilidad. En cuanto al Kashrut se trata. Adjunto abajo el artículo publicado en Iedidot Ajronot que despertó mi atención. Muchos empresarios de restaurantes y puestos de comida han decidió acudir a otras empresas que brindan servicios de supervisión (ilegales, claro esta, por la ley vigente) ya que los impuestos que le deben abonar al rabinato en Israel es desproporcionado y abusivo. Cientos de negocios alimenticios han decidido adoptar estas medidas.
Entiendo que esto debe ser un ejemplo a imitar en Israel y en toda la diáspora; los judios comprometidos con una continuidad plural de nuestro pueblo debemos hacer frente al monopolio. El monopolio ortodoxo debe caer para asi asegurar un futuro a nuestro pueblo como nuestros sabios del talmud nos enseñaron. “Estas y aquellas son palabras del dios viviente” reza uno de los versículos del talmud. Nuestra historia judía estuvo llena de diversas corrientes que coexistían en tiempos cada una ejerciendo su influencia en sus ámbitos. Las escuela des Hillel y Shamai. Najmanides y Maimonides. Los mitngagdim y los jasidicos. En cada generación diversos grupos vivieron en confrontación religiosa y teológica; pero ninguno de ellos logró dominar al total del pueblo judío. No debemos dejar que nuestras generaciones y nuestros días basados en la libertad personal dejen el camino libre al monopolio religioso.
Lejos nos encontramos nosotros de los problemas que aquejan en ese aspecto a la sociedad israelí. Pero aquí en la argentina estos mismos sectores medievales también monopolizan las cuestiones religiosas de nuestra comunidad judía. Un claro ejemplo de esto es lo que ocurre con los cementerios administrados por la AMIA (que debería llamarse: Asociación mutual de intransigentes Ashkenazim) que le prohíbe ha socios convertidos por los movimientos liberales ser enterrados en sus cementerios. Debemos provocar la caída del monopolio. Y como los estados modernos nos han demostrado ha de ser a través del voto. A comienzos de abril se realizara una votación para la nueva presidencia de AMIA. Votemos, es nuestro derecho y obligación. Todos los que estén afiliados, al votar tomen conciencia de que si siguen apoyando a Ben Amu (“Gran rabino de Argentina” Si, si en tiempos modernos el judaísmo volcó su mirada hacia el catolicismo e intenta imitar su modelo clerical) el judaísmo nunca podrá progresar. No importa que lista voten pero tomemos conciencia de que quienes votemos no quieran continuar la línea monopolizadora. El monopolio religioso degrada los cimientos fundacionales del pueblo judío.





'End Rabbinate's monopoly on Kashrut'
More and more businesses turning to alternative, unauthorized bodies for kashrut services, claiming Chief Rabbinate charges unreasonable fees for certificates

Goel Beno

At a first glance, the kashrut certificate that hangs on the wall of Falafel Hakikar in Tel Aviv looks like any other. Only a more careful look reveals that the certificate in question was not issued by the Chief Rabbinate, but by an alternative organization called Mishmar Hakodesh.

The owner of the falafel stand, Moshe Sigman, explains that he decided to use the kashrut supervision services of Mishmar Hakodesh, because he could no longer afford to pay the fees charged by the Chief Rabbinate.

"My place is still kosher and everything here is being done in accordance with Jewish law," Sigman claims. "It's a simple matter: The Chief Rabbinate wanted to charge me more than double, and I don't intend to pay them. The new company I employ doesn't charge anything."

Sigman is not alone. In recent months, the Chief Rabbinate has noticed a growing trend among businesses across the country that choose to use the kashrut services of one of the dozens new organizations that provide them.

Business owners explain that the high fees charged by the Chief Rabbinate leave them no other choice: In addition to an annual fee of thousands of shekels, they are also required to pay the minimum wage of the kashrut supervisor each month.

According to law, the Chief Rabbinate is the only body authorized to issue kashrut certificates in Israel, but sources in the Rabbinate admit that it is almost impossible for them to enforce the regulation.

This week, the Rabbinate published a list of bodies that issue kashrut certificates illegally, and warned costumers of dozens of restaurants against dining in places that do not carry an official certificate.

In addition, the Rabbinate files lawsuits against these organizations, while the police regularly fine businesses that use "piratical" certificates.

'End Rabbinate's monopoly'
Mordechai Assor, the head of Mor Valevona, an organization that issues kashrut certificates to dozens of restaurants in the north, rejects the criticism leveled at him by the Chief Rabbinate. Assor, who served as a kashrut supervisor for the Rabbinate for many years, stresses that his company adheres to very strict standards.

"There are hundreds of businesses that are sick and tired of paying high sums to supervisors and for certificates… I charge much less and the demand just keeps on growing. I charge minimal fees," he states.

Other private kashrut companies also call for an end to the Chief Rabbinate's monopoly on Kashrut supervision, claiming that competition in the field would improve the services rendered and lower the prices.

However, the main concern of business owners is losing costumers who insist on the Rabbinate's certificate, and some say they have already lost clients over the issue.

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